El
dios Sibú de los bribris oculto en un colibrí
Licda.
Rose Marie Hernández Vargas
Ese colibrí que liba las orquídeas y
otras flores que esperan su llega en mi jardín, esa avecilla color arco iris
que danza con donaire al caer el sol, es el venerado dios Sibú de los bribris, cultura indígena antiquísima que aún conserva nuestro país.
En reservas verdosas donde fluye toda clase de
flora y fauna, allá en la lejana y alta Cordillera de Talamanca, está el mítico
Suràyum, lugar donde Sibú creó a los bribris.
Sibú o Sibö (en bribri, Sib`ö) es el creador de la tierra y del hombre. Trajo las semillas sagradas, o ditsù, de debajo de donde nace el
sol, y las sembró en Suràyum, donde brotaron como bribris.
Trajo así mismo a los hombres blancos como polvo de piedras.
Enseña a los bribris qué
productos pueden comer, cómo sembrar y qué plantas cultivar; estructuró las reglas de su sociedad y dio a
los awápa los
cantos, el lenguaje ritual y las piedras mágicas o siah. La otra mitad del dios Sibú y es su esposa Tsuruh, el cacao, alimento de
dioses.
La base de esta religión son
las tradiciones orales trasladadas de generación en generación, que los awápa
llaman "suwoh" (en bribri, su¸wo¸'), que puede simbolizar
"alma", "historia" o "viento".
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