Licda. Rose Marie Hernández Vargas
Vista de la entrada a la isla de Chira. Desde el año 1998 (Decreto 27396), la isla de Chira se convierte en el distrito decimotercero del Cantón Central de la provincia de Puntarenas. Fotografía de Rose Marie Hernández Vargas.
Las
montañas de la isla de Chira fueron, en épocas precolombinas, verdosas selvas
con numerosos y enormes arboles de ceiba, caoba, cedro y roble… bosques de
mangle y palmeras. Asimismo, lugares estratégicos para enterrar a sus muertos,
con vista al agua del golfo de Nicoya. Fotografía
de Rose Marie Hernández Vargas.
Cementerio arqueológico
del golfo de Nicoya, Guanacaste. Llamado El Silo. Revela visión sobre la vida y
la muerte que tenían los aborígenes precolombinos.
Isla de Chira. En la
parte oriental se encuentran los manglares. En sus raíces se han hallado objetos
arqueológicos como vasijas de cerámica y de barro, metates, jade, ocarinas,
etc... Fotografía de Rose Marie Hernández Vargas.
Vasijas
completas o tiestos. Puede observarse cerámica de color café o negro, pulida,
tipo murillo aplicado. Tesoros de la arqueología encontrada en isla de Chira.
Fotografía de María Elena Founier.
“Los costarricenses hemos topado con muchas
dificultades para reconstruir nuestra historia precolombina porque los
españoles asimilan en un solo concepto dos objetos diferentes. Por eso, nuestra
documentación etnográfica es tan paupérrima… Gracias principalmente al
conocimiento antropológico hemos podido ir reconstruyendo la lejana historia
costarricense”.
Luis Ferrero Acosta
La isla de chira fue un centro arqueológico precolombino.
Lo que le da una importancia privilegiada. Pues con los hallazgos arqueológicos
pueden reconstruirse la historia social, económica, política y cultural, parte
de nuestra herencia histórica cultural.
El golfo
de Nicoya formó el límite sur de Mesoamérica donde se desarrolló la sub-área Gran
Nicoya. La región tuvo migraciones mexicanas de la etnia chorotega-mange (dirán
y orotiña)”. (Luis Ferrero Acosta. Costa
Rica Precolombina. Arqueología,
Etnología, Tecnología, Arte. Editorial Costa Rica, Biblioteca Patria, Tomo
6, 1975, p. 83).
El cronista español Gonzalo
Fernández de Oviedo y Valdés, visitó
en el año 1529 el golfo Nicoya. Así
describe: “… hay en esta ensenada…de diez y ocho ó veynte leguas de longitud,
que tiene en partes nueve de latitud. Hay gentiles islas é muy fértiles é
pobladas… he pintado la figura del golpho de Orotiña ó de los Güetares…, y,
deste golpho estos descubridores no dixeron, é que yo ví; y es assi. La isla de
Chira puede bojar siete ó ocho leguas… É la isla llaman isla de Ciervos, es la
que los indios llaman Cachoa… y está entre la de Chira é la de Chara en la
banda del Norte…Entre la isla de Cachoa é la costa, hácia el Sur, está otra isleta
que se dice Yrra; é más al este está otra pequeña que se dice Urco; é más al
Oriente adelante otra isleta que se dice Pocosi, cerca de tierra, á la parte
austral del golpho. Estas tres pequeñas islas están entre la
Tierra-Firme é la isla de Ciervos, dicha Cachoa…” (Carlos Meléndez Chaverri. Fernández de Oviedo y Costa Rica.
Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes. Imprenta Nacional, San José, Costa
Rica, 1978, pp. 20-27).
Gonzalo Fernández de Oviedo
y Valdés elaboró el primer mapa del de golfo de Nicoya con sus islas,
refiriéndose a algunas de ellas con sus nombres aborígenes. Labor de gran significado para nuestra época
precolombina.
En el año
1854, los geólogos y geógrafos Dr. Carl Scherzer, y Dr. Moritz Wagner, de su recorrido por el golfo de Nicoya y sus
islas, nos expresan:
“… Su adorno principal, más que en la
altura de los montes que lo rodean, consiste en la belleza de sus contornos y
en el sinnúmero de islas cubiertas de bosques que se levantan sobre su
superficie capciosa. San Lucas, Caballo, Venado y Chira, esta última la más
grande en todo el golfo, son las islas más hermosas……” (Ricardo Fernández
Guardia. Costa Rica en el Siglo XIX,
Antología de Viajeros. Editorial Universidad Estatal a Distancia, San José,
2002, pp. 103-104).
El M.A. Ricardo Vázquez
Leiva, del Departamento de Antropología e Historia del Museo Nacional, informa:
“…desde hace tres mil años el Golfo de Nicoya contó con una importante
ocupación humana, lo cual es evidenciado por 125 sitios arqueológicos
localizados en sus islas y litorales, registrados en la base de datos del Museo
Nacional.
Se trata de un punto de
encuentro cultural de los antiguos pobladores indígenas entre los grupos de
ascendencia lingüística chibcha, como los huetares, orotiñas o corobicíes, con
los de lenguas norteñas como el chorotega, mangue y náhuatl”.
El origen de la isla de Chira
es polémico pues hay varias versiones. Cuentan que los primeros habitantes de
la isla eran étnicamente corobicíes, que vivieron en la desembocadura del río
Tempisque. El reino de Corevisí estaba gobernado por el cacique Corevisí. En 1522 habitaban en la margen oriental del golfo
de Nicoya y se cree esto por los hallazgos arqueológicos, especialmente en la
elaboración de cerámica del tipo
cerámico "Murillo Aplicado" relacionado con la loza negra. “... Esta
cerámica de tipo monocromo presenta una tipología e icono-morfología… similares
a los hallados en el área arqueológica de Gran Chiriquí". (es.wikipedia.org/wiki/Isla_de_Chira)
Los arqueólogos han identificado la cerámica negra como elaborada en la isla de Chira, clasificada como "Murillo Aplicado".
Los arqueólogos han identificado la cerámica negra como elaborada en la isla de Chira, clasificada como "Murillo Aplicado".
“En aquella de Chira se hace
muy hermosa losa de platos y escudillas é cántaros é jarros é otras vassijas,
muy bien labradas, é tan negras é con un lustre como un fino terciopelo negro,
é con un lustre de un muy pulido acabache…” (Ricardo Fernández Guardia. Costa Rica en el Siglo XIX, Antología de
Viajeros. Editorial Universidad Estatal a Distancia, San José, 2002, pp. 108).
Se elaboraban vasijas como
los tipos cerámico Murillo Aplicado,vvasijas globulares con cuello corto
restringido y bordes rectos. Cántaros, jarros y platos de loza negra. Se cree
que tenían la función de abastecimiento y hervido eficiente de agua dulce,
útiles en el procesamiento de moluscos.
Los documentos antiguos
atestiguan que la isla Chira era la más grande y hermosa del golfo: “…en la que
todavía se encuentran, como se supone, restos de anteriores establecimientos
aborígenes y tumbas en su mayor parte…”
(Ricardo Fernández Guardia. Costa Rica en el Siglo XIX, Antología de
Viajeros. Editorial Universidad Estatal a Distancia, San José, 2002, pp.
106).
Departamento de Antropología
e Historia del Museo Nacional: “…En punto a la riqueza arqueológica de la isla de
Chira, es que para entonces se habían descubierto al menos 18 sitios con
hallazgos arqueológicos…”
Existen vestigios arqueológicos
en las todas islas del golfo de Nicoya que nos develan la cosmovisión de los
aborígenes sobre la vida y la muerte. Creían en la vida después de la muerte,
de ahí los ritos y ceremonias.
“….paquetes de huesos
envueltos en cortezas y fibras, y con ofrendas de madera y jade, y metates
trípodes con decoración en bajo relieve, cerámica bicroma, bastones de piedra
decorados con remates de animales y bases de espejos
de pirita o marcasita, especial en la zona de las islas
del Golfo de Nicoya”. (Francisco Corrales Ulloa. Más de diez mil años de historia precolombina. En Costa
Rica: desde las sociedades autóctonas hasta 1914. pp. 36-37).
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