Daniel Garro Sánchez
Pues sí, todos somos Karina.
Coloqué los signos de pregunta con el único fin de que el título no ahuyentase a los lectores que ya estén hartos del movimiento mediático “Yo también soy Karina”; no es mi ánimo cuestionar un movimiento que está justificado de parte a parte, y espero que el lector sepa disculpar la pequeña trampa de los signos de pregunta.
No obstante, podemos tomar prestados esos mismos signos para efectuar otra pregunta: ¿por qué yo también soy Karina?; o más bien, ¿por qué todos somos Karina?
Definamos primero al Ciudadano Costarricense Estándar (CCE) de la siguiente forma: blanco, o al menos no negro, ni demasiado moreno, ni demasiado indígena; católico, o cristiano al menos; heterosexual indudable, y preferiblemente varón, o en su defecto, mujer de buenas e intachables costumbres familiares lo más tradicionales y patriarcales que se pueda.
Definamos ahora al Ciudadano Costarricense Variable (CCV): en resumen, es todo aquel que no sea CCE; no tan blanquito, negro, moreno, indígena y demás; homosexual, bisexual, transgénero y demás; no cristiano, ateo, laico y demás; mujer emancipada sexualmente independiente, y por supuesto, Karina Bolaños. Quien haya colocado en Internet el video de Karina, la convirtió en CCV; y el gobierno de Laura Chinchilla, que ya demostró de todas las formas posibles que está al servicio únicamente de los CCE, y no del resto de la población costarricense, actuó conforme a ello. Pero, vuelvo a utilizar los signos de pregunta: ¿es cierto que el gobierno Chinchilla está al servicio de los CCE? ¿Estamos seguros de eso? ¿Puede usted, respetable CCE, decir que el gobierno Chinchilla está a su servicio?
Es probable que un CCE, cuando vea en las noticias alguna violación a los derechos de los CCV, se haga de la vista gorda; o incluso puede ser que se manifieste a favor de esa violación de derechos. Ambas reacciones son igualmente fáciles desde la situación de confort y privilegios de la que goza por pertenecer al grupo dominante, por ser un CCE. Y en el segundo caso, al manifestarse a favor de la violación de esos derechos (lo cual equivale a ser también un violador de esos derechos), quizá piense que está haciéndole un bien a la sociedad y al país, cuando lo único que realmente está haciendo es defender su situación de confort. Qué fácil es dejar sufrir o incluso hacer sufrir a otro que no nos interesa porque ni soy yo, ni es de los “míos”.
Qué fácil es ser un CCE.
Podría decirse entonces que los violadores de los derechos de los CCV —unos en el seno del gobierno, otros en el seno de las instituciones religiosas, y una en la silla presidencial—, están defendiendo a su vez los intereses de los CCE.
Pero, vuelvo a abrir los signos de pregunta: ¿están estos violadores realmente defendiendo los intereses de los CCE? Estimado CCE, ¿puede usted decir que, con los numerosos actos de corrupción denunciados a lo largo y ancho de este país y de este gobierno, están defendiendo sus intereses? ¿No ha pensado usted, respetable CCE, que sus enemigos y los enemigos de los CCV son los mismos?
Quizá a usted le haya parecido bien, o al menos indiferente, la violación que se hizo de los derechos de los homosexuales en la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa; quizá a usted le haya parecido bien el despido de Karina Bolaños, o quizá le haya parecido bien la obstrucción de un proceso en busca del estado laico; pero estoy seguro de que no le han caído bien las anomalías de la trocha, ni el plan fiscal o el invento que lo sustituya, ni las deudas patronales del exministro de Hacienda y otros funcionarios, ni el aumento de salario de los diputados, ni los casos ICE-Alcatel y Caja-Fischel, ni ver en la calle a los perpetradores de esos fraudes, libres, y algunos con aspiraciones electorales; ni ver a un nutrido grupo de personajes cuestionados y hasta condenados gobernando este país.
Aquel que sea capaz de violentar los derechos de un grupo humano, sea el que sea, será capaz también de violentar los derechos de cualquier otro grupo, incluyendo el grupo al que pertenezca usted.
Un grupo de CCE.
Después de todo, sí eran importantes los condenados signos de pregunta.
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