Mario Valverde M.
Poco a poco, son los científicos de la
neurociencia, especializados en temas virtuales, que exploran las reacciones de
la mente (es decir, simplemente tocar y comerse una fruta, o señalar un lugar, etc.),
los que no dicen que han empezado a escuchar, sí, así de extraño a ESCUCHAR, el
pensamiento. La mente y sus neuronas en las diferentes interacciones cognitivas
producen un ruido eléctrico, como especie de tormenta, pequeñas explosiones en
niveles de muy baja frecuencia; y son esos ruidos los que están empezando a
descifrar como especie de un nuevo lenguaje que nos permitiría conocer más los
laberintos del misterio de los 100 millones de neuronas que componen la galaxia
llamada cerebro-mente. O sea, que vivimos entre ruidos que por dicha no
escuchamos, no percibimos. De lo contrario, sería como tener un disco móvil que
nos volvería locos en instantes. Esto me recuerda un pasaje de Aristóteles que
decía que, en un principio, los humanos eran capaces de escuchar los sonidos de
los planetas. Y de nuevo saltan las preguntas antropológicas: ¿Qué somos
realmente? ¿Cuál es nuestra realidad?
¿La que escuchamos o la que no escuchamos, la que vemos o la que no vemos,
la vigilia o el sueño? ¿Cuánto vivimos de un mundo virtual, máxime ahora con
las tecnologías computacionales?
Por eso hoy con mayor
fuerza se habla del Homo cibernético: mezcla de lo real-real y lo virtual. Lo virtual nacería de los
estudios profundos del escuchar el pensamiento, para instalarlo como programa.
Es decir podría vivirse en una ciudad que no existe, o bañarse una playa
parecida a Copacabana con todas sus bellezas, simplemente a partir de una
construcción en la mente. Además, se habla del nacimiento de nuevos sentidos, producto
del estironazo de la mente dentro de la
plasticidad del cerebro, de ese mundo de lo que ES Y NO ES. Será un mundo de
mayor velocidad, las imágenes pasarán rápido (posiblemente producirá más ruido
cognitivo), olfateará o imaginará aromas jamás descubiertos, el tacto se dividirá
entre lo real y lo virtual (tocará un mar que no existe), la piel de una amada
construida en la ficción: de todas formas el AMOR tiene un gran componente de
virtualidad. La economía es de todas formas la actividad más virtualizada (tarjetas,
claves, compras, pagos etc.).
El Homo cibernético vivirá
con robots y él mismo será su propio
robot. ¿Qué cuando será su tiempo? Según los científicos, ya se inició el
camino. Faltan ajustes en el campo de la ética y la religión, pero para cuando
intenten reaccionar el Homo cibernético ya estará ahí.
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