Licda. Rose Marie Hernández Vargas
La
herencia del pasado, en cualquiera de sus manifestaciones,
es
una joya invaluable que debe ser
aquilatada
y guardada con orgulloso celo.
Ella
constituye la esencia de nuestra nacionalidad,
el
alma del cuerpo colectivo, la razón misma del progreso...
Es
por este motivo que un pueblo que destruye y desprecia su legado ancestral,
se
condena irremisiblemente a no pesar en la balanza de la historia
y
a ser barrido de la memoria de los verdaderos hombres.
Mario
A. Ramírez
Nos trasladamos a Santa Bárbara de Heredia a la época
precolombina, en busca del legado histórico-cultural de nuestros ancestros. El
escritor Luis Ferrero nos expresa al respecto: “El presente se levanta siempre
sobre las estructuras del pasado. Si ahora somos, lo somos en tanto que
fuimos”. (Luis Ferrero. 1986: 120).
Recordamos también las palabras de Joaquín García Monge. ¿Quién
tiene la razón? ¿Los europeos o los amerindios que buscamos nuestra identidad
en nuestro pasado? ¿Cómo conciliar o escoger entre la disyuntiva del Héroe y el
Coro, entre el protagonista individual y las multitudes?
Lo cierto es que cuando los conquistadores
españoles llegaron a nuestras tierras, estas ya tenían historia, una cultura y
una identidad.