junio 18, 2013

222. Rapto

Mario Valverde M.

Se dice que antes del mundo de los pactos sociales, los compromisos, la propiedad privada y las leyes, allá en la profundidad de la historia nómada, donde prevalecía la ley del más fuerte, el rapto era tema de todos los días entre los grupos o tribus. Cuando escaseaban las mujeres, venían las escaramuzas y las guerras. Los vencedores mataban a los adultos fuertes y se llevaban a sus mujeres. Para algunos historiadores, esta práctica permitió la mezcla genética y el alejamiento incestuoso.

Rapto, venganzas y guerras
Pasados miles de años, se asentaron las tribus, dominaron la agricultura y domesticaron los animales que más le favorecían su modo de vida y se unieron por su lengua y su cultura.
Cuenta Herodoto, historiador griego, natural de Alicarnaso, en el libro I, Clío, que IO, hijo de Ínaco, fue raptada por los fenicios, mercaderes de la antigüedad, mientras compraba objetos expuestos cerca de la popa de la nave. Tiempo después, los griegos cretenses, robaron a la hija Europa del rey Tiro en Fenicia. Quedaron a mano. Pero luego los griegos llegaron hasta Ea, entraron por el río Fasis, raptaron a Medea, hija del rey de los colcos. Tiempo después, Alejandro, hijo de Príamo, raptó a Helena. Echaron en cara el raptó de Medea; ese fue el pretexto para la unión de los griegos, la destrucción del reino de Príamo y la toma de Troya.
Pero como toda historia tiene dos caras, cuentan los heraldos, mensajeros parecidos a los periodistas actuales, que IO se unió al patrón de la nave -hoy se conocería como capitán- por su propia voluntad y cuando advirtió que estaba encinta, por vergüenza a sus padres partió voluntariamente con los fenicios. ¿A quién creerle? Difícil saberlo. Lo cierto es que los pretextos para la guerra no han variado. Ni tampoco el instinto animal territorial. En las historias anteriores, fueron los raptos de las mujeres, en la actualidad los llaman secuestros; pero lo mismo puede ser el petróleo, un partido de fútbol, el cruce de una frontera, armas químicas de destrucción masiva o atómica y muy posiblemente dentro de pocos años, el mayor pretexto será el agua. En ese tema de hacer la guerra, la humanidad, desde sus primitivos orígenes, sigue siendo la misma.

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