Se dice que antes del mundo de los pactos
sociales, los compromisos, la propiedad privada y las leyes, allá en la
profundidad de la historia nómada, donde prevalecía la ley del más fuerte, el
rapto era tema de todos los días entre los grupos o tribus. Cuando escaseaban
las mujeres, venían las escaramuzas y las guerras. Los vencedores mataban a los
adultos fuertes y se llevaban a sus mujeres. Para algunos historiadores, esta
práctica permitió la mezcla genética y el alejamiento incestuoso.
Rapto,
venganzas y guerras
Pasados miles de años, se
asentaron las tribus, dominaron la agricultura y domesticaron los animales que
más le favorecían su modo de vida y se unieron por su lengua y su cultura.
Cuenta Herodoto, historiador
griego, natural de Alicarnaso, en el libro I, Clío, que IO, hijo de Ínaco, fue
raptada por los fenicios, mercaderes de la antigüedad, mientras compraba
objetos expuestos cerca de la popa de la nave. Tiempo después, los griegos
cretenses, robaron a la hija Europa del rey Tiro en Fenicia. Quedaron a mano.
Pero luego los griegos llegaron hasta Ea, entraron por el río Fasis, raptaron a
Medea, hija del rey de los colcos. Tiempo después, Alejandro, hijo de Príamo,
raptó a Helena. Echaron en cara el raptó de Medea; ese fue el pretexto para la
unión de los griegos, la destrucción del reino de Príamo y la toma de Troya.
Pero como toda historia
tiene dos caras, cuentan los heraldos, mensajeros parecidos a los periodistas
actuales, que IO se unió al patrón de la nave -hoy se conocería como capitán-
por su propia voluntad y cuando advirtió que estaba encinta, por vergüenza a
sus padres partió voluntariamente con los fenicios. ¿A quién creerle? Difícil
saberlo. Lo cierto es que los pretextos para la guerra no han variado. Ni tampoco
el instinto animal territorial. En las historias anteriores, fueron los raptos
de las mujeres, en la actualidad los llaman secuestros; pero lo mismo puede ser
el petróleo, un partido de fútbol, el cruce de una frontera, armas químicas de
destrucción masiva o atómica y muy posiblemente dentro de pocos años, el mayor
pretexto será el agua. En ese tema de hacer la guerra, la humanidad, desde sus
primitivos orígenes, sigue siendo la misma.
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