Licda. Rose Marie Hernández Vargas
La
herencia del pasado, en cualquiera de sus manifestaciones,
es
una joya invaluable que debe ser
aquilatada
y guardada con orgulloso celo.
Ella
constituye la esencia de nuestra nacionalidad,
el
alma del cuerpo colectivo, la razón misma del progreso...
Es
por este motivo que un pueblo que destruye y desprecia su legado ancestral,
se
condena irremisiblemente a no pesar en la balanza de la historia
y
a ser barrido de la memoria de los verdaderos hombres.
Mario
A. Ramírez
Nos trasladamos a Santa Bárbara de Heredia a la época
precolombina, en busca del legado histórico-cultural de nuestros ancestros. El
escritor Luis Ferrero nos expresa al respecto: “El presente se levanta siempre
sobre las estructuras del pasado. Si ahora somos, lo somos en tanto que
fuimos”. (Luis Ferrero. 1986: 120).
Recordamos también las palabras de Joaquín García Monge. ¿Quién
tiene la razón? ¿Los europeos o los amerindios que buscamos nuestra identidad
en nuestro pasado? ¿Cómo conciliar o escoger entre la disyuntiva del Héroe y el
Coro, entre el protagonista individual y las multitudes?
Lo cierto es que cuando los conquistadores
españoles llegaron a nuestras tierras, estas ya tenían historia, una cultura y
una identidad.
El cantón de Santa Bárbara
es el número cuatro de la provincia de Heredia, Costa Rica. Forma parte de la
Gran Área Metropolitana. Limita al norte con el cantón de Sarapiquí, al sur con
el cantón de San Joaquín de Flores, al este con el cantón Barva y al oeste
limita en su totalidad con la provincia de Alajuela.
Cuentan que tradicionalmente
el territorio de Santa Bárbara se llamó Curruca o Suruco. Este es nombre de
toponimia indígena de origen huetar, que significa ‘caída de agua’ o ‘catarata’. (Quesada. 1998: 44-46).
El territorio que ocupa hoy
Santa Bárbara de Heredia, estuvo habitado por aborígenes del llamado reino
Huetar de Occidente. Eran dominios del cacicazgo de Garabito.
En la cúspide de la jerarquía social indígena se
hallaba la figura del “Cacique” o “Rey”,
“Cacica” o “Reina”, una posición que se adquiría mediante la sucesión
por línea materna. Un ejemplo es el cacicazgo de los Botos o Votos (1564), gobernado por una Cacica o Reina.
(ttp://es.wikipedia.org/wiki/Botos Costa Rica).
Dos súbditos de Garabito poseían sus dominios en el territorio: Yurustí, rey de Toyopán
(cantones de San Rafael y Santo Domingo de Heredia), y
Barvak, rey de Barva (cantón de Barva y de Heredia). Santa Bárbara
proviene del cantón de Barva, establecido este último, en ley No. 36 del 7 de
diciembre de 1848.
El cacique Barva tenía su
asentamiento en la región comprendida entre el río Virilla y los Montes del
Aguacate, que se denominó Valle de Barva:
El nombre de Barva se deriva
de “bar” (caliente) y bac o wak (pueblo o clan): “pueblo de gente caliente”
(Bernardo A. Thiel. 1882: 158).
“El cantón es drenado por
los ríos Segundo, Zanjón, Potrerillos, Cachazas, Ciruelas y su afluente
Pacayas; también por Guaraní, Los Ahogados, Yurro Seco, Chorreras, Tambor,
Desengaño y la quebrada Los Conejos. Estos cursos de agua, excepto los ríos
Segundo, Ciruelas, Pacayas, y Guaraní, nacen en la región, en la ladera suroeste
del volcán Barva, y presentan una dirección de noreste a suroeste. Los ríos
Segundo y Porrosatí son límites cantonales; el primero con Flores y el otro con
Santa Bárbara.”
(http://www.sitiosdecostarica.com/cantones/Heredia/santaBarbara.ht).
Los
aborígenes huetares construían sus viviendas en las riberas de caudalosos ríos.
Los ríos los utilizaban para navegación, y las riberas para la proporción de
piedras, pesca y cacería.
Viviendas. En cada casa
vivía junta toda una familia, parentela y linaje (tipo multifamiliar). Se construían de tal forma que quedaban dispersas y
distantes en el bosque. Se comunicaban por senderos entre los árboles y otras
veces por calles o caminos de piedra. (Quesada. 1999: 42).
De esta forma, los indígenas llevaban una
vida solitaria y muy armoniosa, pues se visitaban con mucha frecuencia. El
vivir dispersos ayuda a una menor posibilidad de expansión de enfermedades.
Otro aspecto importante fue la
construcción de las viviendas como parte de un trabajo integrado comunal.
(Quesada. 1999: 42-44).
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