julio 03, 2012

201. El virus


Daniel Garro Sánchez

            El día de hoy me tomé la libertad de ofrecerles un minicuento de mi propia autoría. Este es otro de los géneros que me gustaría desarrollar en lo futuro; ¡pero ojo!, no es tan fácil como parece, que no nos pase lo de Goliat. Un minicuento es como la punta del iceberg.
           
Se titula El virus; espero que les guste.

     El androide corrió y voló tan rápido como pudo para llevarle a Katrina la cura del virus, pero cuando llegó al planeta de hielo donde ella vivía, fue demasiado tarde; el virus había mutado. Los ojos de la niña se convirtieron en cápsulas de fuego; sus labios de capullo se convirtieron en fauces agudas de acero, y la piel de sus manos se desprendió, revelando huesos negros de robot.

     El androide, que siempre había estado enamorado de ella, le habló, pero ella no lo reconoció, y sus nuevas fauces de acero escupieron cosas horribles; él huyó aterrado y se perdió en el extremo de la galaxia.


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