Mario Valverde M.
Ya las ciencias especializadas, a partir del
libro de Ludwing von Bertalanffy, Teoría
general de los sistemas, “encapsuladas en sus universos privados”,
cambiaron ante su propuesta de “…la formulación de principios válidos para
‘sistemas’ en general, sea cual fuere la naturaleza de sus elementos componentes
y las relaciones o ‘fuerzas’ reinantes en ellos; como una ciencia general de la totalidad”. Es decir,
donde todas las disciplinas se dan la
mano.
A los científicos Martin
Karplus de Austria, Michael Levitt Sudáfrica y Arieh Warshel de Israel, se les
premió con el Nobel de Química por el desarrollo de modelos computacionales
multiescala para sistemas químicos complejos.
Digamos, para más fácil
explicación, que antes los químicos modelaban con bolas de estereofón de
diferentes colores y varillas. Pero estos científicos unieron la computadora y
sus programas para conocer de antemano la predicción de la reacción en el nivel electrónico, para comprender muchos procesos complejos de la vida, de
donde nacerán nuevos fármacos, catálisis, aplicaciones en celdas fotostáticas,
conocimiento de modelos quimio-computacionales en la biología estructural de
las proteínas (para entender por ejemplo, el mal de Parkinson donde la señora
proteína invade unas neuronas en especial, atacando el sistema cognitivo y
nervioso). Claro, si llegamos a conocer la estructura compleja de ese invasor
aparecerá el fármaco y la salud esperada ante tan desastroso mal.
Como una gran familia, todo
se une en la ciencia para una interacción mutua:
química-biología-física-computación-matemáticas-ciencias de la sociedad humana (sociología-psicología-filosofía-historia,
antropología, economía, etc.). Bertalanffy termina diciendo: “…el hombre no es
sólo un animal político (Aristóteles); es, antes, sobre todo: UN INDIVIDUO”.
Por aquello de que la organización, sobre todo política totalitaria, no piense
en el control científico de la sociedad…
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