Mario Valverde
M.
Cuando leí el Discurso
del Método, me impresionó la claridad y sencillez de las ideas propuestas. Luego
me dije, me parece una propuesta metodológica epistemológica muy didáctica de
un joven intentando corregir el error del pensamiento basado en sus propias
observaciones.
Lo primero que dice: “el buen sentido es la cosa mejor
distribuida del mundo”; o sea la
capacidad de razonar entre lo verdadero y lo falso, que nos lleva por
diferentes caminos. Es decir, todos estamos conformes con nuestro nivel de pensamiento.
Algo así como decir que vemos personas suicidándose por amor, negocios,
enfermedades terminales, actos de corrupción política, pero a nadie se le
ocurriría suicidarse por considerar que sus opiniones sean falsas.
Luego nos dice que a él le gustaría tener la
inteligencia de varios de sus compañeros de colegio. Envidia la inteligencia
que muestran en el aula. Define la inteligencia como la suma de memoria más
velocidad. Pero de inmediato descubre que, aunque le superan en inteligencia,
se equivocan con facilidad, cometen errores: “las almas más grandes son capaces
de los mayores vicios…y los que andan muy despacio pueden llegar mucho más
lejos”. El filósofo se propondrá superarlos en
conocimientos con verdades claras y distintas.
II
La segunda pregunta que se plantea es la siguiente:
¿cómo podemos estar seguros que lo aprendido en las memorias sea verdadero? Es
decir, si los contenidos y los conceptos estaban equivocados en los maestros y
profesores, llegaron de la misma forma, al conocimiento aprendido de los
estudiantes. Entonces, saltó de inmediato la tercera pregunta: ¿qué hacer para
no cometer errores y superar el pensamiento falso y poder llegar a verdades
claras y distintas? El resultado su MÉTODO. Los pasos que lo llevaron a
elevarse por encima de los estudiantes dotados de gran “inteligencia” y además
lo llevaron a revisar todos los conocimientos recibidos:
matemática-filosofía-historia-artes-gramática-literatura-teología. Pero aclara:
“Mi propósito, pues, no es el de enseñar aquí el método que cada cual ha de
seguir para dirigir bien su razón, sino sólo exponer el modo como yo he
procurado conducir la mía”.
Su método es de tan sólo cuatro pasos. Descartes nos dice
que su método le funcionó y propone que si usted descubre su propio método,
pues bien a aplicarlo.
Los pasos de su método: 1) No aceptar nada como
verdadero (por cierto, como tomaría la
Santa Inquisición este primer paso). 2) Dividir el problema en el mayor número
de partes (como buen matemático). 3) Ir de lo más simple a lo más complejo. 4) Hacer tantas revisiones y enumeraciones
como sean posibles. Y manos a la obra con sus propios conocimientos y las cosas
nuevas por aprender.
Y por último, para no quedar mal con la poderosa Iglesia
que ya había quemado al matemático Giordano Bruno y casi-casi a Galileo Galilei
que se retractó, se sacó una demostración racional sobre el tema de Dios. Dijo
un ser imperfecto no puede, es imposible que pueda conocer a un ser perfecto:
DIOS. Entonces el camino. Las ideas innatas salvadoras. La idea de perfección
ya viene incorporada, “de suerte que sólo quedaba que hubiese sido puesta en mí
por una naturaleza verdaderamente más perfecta que yo, y poseedora inclusive de
todas las perfecciones de que yo pudiera tener idea; esto es, para explicarlo
en una palabra, por Dios”. Nos parece buena la salida, es como una especie de
teléfono que me comunica desde cualquier lugar con un ser superior, perfecto,
etc. Bueno, al menos, la Iglesia al parecer se quedó tranquila, luego se ideó
una moral provisional y al final lo mató el frío invierno de Suecia (1596-1650). Lástima, no se dio una vueltita por la
América Tropical.
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