Mario Valverde M.
El correr nació con el hombre y la mujer como una
necesidad de sobrevivencia, tanto para protegerse como para seguir la presa,
nunca en un inicio como una competencia con premio incluido. Posiblemente con
la domesticación de los caballos, descubrieron la carrera con una competencia.
Imaginen la alegría cuando por primera vez (la belleza de la aventura), el homo
sapiens logró montar a pelo a un caballo de las estepas, y logró dominarlo. Los
dos cansados pero más el equino, posiblemente el cuadrúpedo dijo “me ganaste”,
este es mi amo; y lo siguió para siempre: para el placer y la guerra. Las
distancias se acortaron, los viajes se extendieron. El amo montado sobre la
bestia era una sola pieza. Luego vino la montura, la carga, el coche. La
obediencia había nacido; a su vez, el concepto del esclavo, obediente y sumiso.
Luego todo fue de trasladar a lo humano como dominio. Carlos Darwin en su libro
Viajes alrededor del Mundo, nos narra
con detalle en su recorrido por Chile, de los HOMBRES CABALLOS que se apostaban
a la entrada de las minas, para llevar sobre sus espaldas a los amos-dueños
españoles, a revisar las canteras por
caminos sinuosos. Descubierto el dominio sobre los potros y los otros, nació la
explotación del hombre sobre el hombre. Lastimosamente, en pleno siglo XXI,
esta acción no ha desaparecido.
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