octubre 02, 2013

230.Matambú y Matambuguito se benefician del trabajo interuniversitario

  • La Dirección de Extensión Universitaria de la UNED, la Estación Experimental Fabio Baudrit de la UCR y la Escuela de Antropología de la UCR, se unen para aportar al fortalecimiento de la seguridad alimentaria de uno de los pueblos originarios dedicados a la preservación de la cultura chorotega de Costa Rica.
  • Desarrollan proyectos que permitirán a la comunidad fortalecer su identidad,  abastecerse de hortalizas y a mediano plazo incluso convertirse en proveedores de almácigos para Nicoya.

Martha V. Herrera Pérez

Las comunidades de Matambú y Matambuguito del territorio indígena de Matambú, ubicado en los cantones de  Hojancha y Nicoya, ahora han incorporado a su dieta las verduras y hortalizas producidas en sus huertas, gracias al interés de la Asociación de Desarrollo Integral de Matambú y al apoyo del proyecto productivo de extensión de la Dirección de Extensión Universitaria de la UNED, de la Estación Experimental Fabio Baudrit de la UCR y de la Escuela de Antropología de la Universidad de Costa Rica. Anteriormente, su dieta se basaba principalmente en arroz, frijoles, carne y tortillas.
“El pachoi y la lechuga en ensalada me gustan mucho, antes no los comía”, comentó Marilyn Hernández Obregón, una de las niñas más colaboradoras e interesadas en aprender en la nueva huerta de la escuela de Matambuguito y quien descubre y disfruta ahora los sabores del tomate, las berenjenas morada, blanca y rayada, el chile dulce, la vainica y  otras hortalizas y frutas.

El territorio indígena de Matambú, al igual que otras zonas de Guanacaste, preserva rasgos importantes de la cultura chorotega en nuestro país. Esta población resiente permanentemente los embates del desempleo, el desarraigo de sus tradiciones, la exclusión cantonal en espacios sociales y culturales, la transformación gradual de su identidad, la falta de autoabastecimiento de alimentos sanos y el aumento de casos de drogadicción entre los pobladores más jóvenes.


La Asociación de Desarrollo Integral de Matambú, en el año 2011 solicitó la colaboración de la Universidad de Costa Rica y de la Universidad Estatal a Distancia para el establecimiento de una propuesta de trabajo que contribuyera entre otras acciones, en la creación de una huerta escolar con el fin de aportar en la educación y alimentación de los niños. Este esfuerzo desarrollado durante todo el año 2012, contó con la colaboración de agrónomos de la Estación Experimental Fabio Baudrit-UCR y una amplia participación de las comunidades de Matambú y Matambuguito.

La voz de las comunidades

 Para definir las líneas de trabajo en que las universidades ayudarían, se desarrollaron conversatorios con la comunidad. “La ADI propuso procesos productivos en torno a la elaboración de cuajadas y rosquillas (área en la que la comunidad cuenta con grandes habilidades), propuso también crear acciones tendientes a mejorar el liderazgo y autoestima de los jóvenes debido a la pérdida de sus tradiciones y a la xenofobia manifiesta en los colegios a los que asisten. Asimismo se propuso contemplar la necesidad de un proyecto que les permitiera abastecerse de hortalizas”, explicó la socióloga Susana Campo de la Dirección de Extensión de la UNED.

“Finalmente se escogió el proyecto de participación comunitaria y fortalecimiento de la identidad cultural del pueblo indígena de Matambú, que terminó en diciembre de 2012, y fue la base para la gestión y posterior consecución de  financiamiento de parte del programa de la Unión Europea para la seguridad alimentaria y nutricional en Centroamérica (PRESANCAII-CSUCA), quien apoyó además la creación y ejecución en 2013 y 2014 del proyecto sobre esta temática en Matambú, dentro del marco de la soberanía alimentaria, que se encuentra en plena fase de ejecución”, comentó el Ing. José Eladio Monge de la Estación Experimental Fabio Baudrit, coordinador de esta iniciativa.

En la actualidad, las universidades y la comunidad están trabajando en el rescate de las variedades criollas de maíz y frijol, la base de su alimentación y parte de su historia. Igualmente en la mejora en la producción de hortalizas mediante el uso de hidroponía, almácigos, riego por goteo y ambientes protegidos, con los cuales se vence la adversidad del clima guanacasteco y se potencia la producción de variedades que en las condiciones climáticas del territorio no podrían crecer.




En las escuelas de Matambú y de Matambuguito los padres y madres de familia se han organizado voluntariamente para conformar comités de huertas  encargados de sostener el proyecto, y en conjunto con un equipo de trabajo interdisciplinario, conformado por una antropóloga, una socióloga, dos agrónomas y tres agrónomos, han intercambiado conocimientos con el propósito de que el proyecto sea sostenible y dote a las personas participantes de la información necesaria para darle continuidad.

“Se decidió trabajar con las escuelas para que se lograra la autogestión con los niños, los comités de padres de familia y los profesores, para que luego se involucre toda la comunidad”, explicó Susana Campo. Añadió que el plan es que estas poblaciones reactiven sus patios caseros y lleguen a ser proveedoras de hortalizas en la zona y hasta de almácigos, con lo que Nicoya no cuenta.

A futuro, conociendo el pasado
El año 2014, el último año financiado por PRESANCAII-CSUCA, se desarrollarán talleres  de intercambio de conocimiento: las mujeres mayores enseñarán a las más jóvenes a preparar alimentos que han entrado en desuso o que no son ya parte de la dieta del pueblo, así como los agricultores más  expertos compartirán con los jóvenes, niños y niñas  el conocimiento  agroecológico para enseñar cómo manejaban las enfermedades y cómo procedían sus cultivos. “La idea es  facilitarles herramientas y mecanismos para que se propicie la mutua capacitación y se fortalezcan sus conocimientos tradicionales”, amplió Susana Campo.

En palabras del  Ing. José Eladio Monge, estos pueblos y su gestión son un ejemplo de lo que
puede lograrse con liderazgo, participación comunitaria, capacidad de trabajo en equipo, mística y objetivos comunes. Esto indica que no necesariamente hay que esperar a que las autoridades del gobierno solucionen todos los problemas de las comunidades, sino que es mucho más importante la organización y el compromiso local.

José Bivian, director de la escuela 26 de febrero 1886 de Matambú, aseguró que confeccionar y mantener una huerta era algo desconocido, ahora niños, jóvenes, adultos y ancianos saben cómo hacerlo. “Me siento muy satisfecho de la unidad con que han trabajado los padres de familia a favor de un proceso educativo y que hemos aprendido cosas nuevas procurando ser fieles al lema de la escuela: Si sé de dónde vengo y tengo orgullo de mis raíces, me doy cuenta hacia dónde voy”.

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