noviembre 02, 2011

177. ¿LA VIDA NO VALE NADA?

Prof. Mario Valverde M.

clip_image002A la salida de las escuelas y colegios de Acapulco, muy cerquita del portón de entrada, en bolsas plásticas dejan las cabezas de personas asesinadas, donde se sospecha hay varios profesores. A los docentes les exigen un pago de soborno de parte de las bandas organizadas del narco.

 

Ahora las aulas están desocupadas, desoladas; las letras, la matemática, las artes, la ciencia, los idiomas, etc., están sin voz; la gritería y la alegría de los recreos, espacios para la amistad, las bromas, la unión que pega la vida a los recuerdos, ya no se escucha.

El narco, el crimen organizado les gana la partida. Y para empeorar las cosas, ahora la población civil en Acapulco se organiza en la clandestinidad, como espacio de la Mano Blanca, en Guatemala, para matar a los Zetas; inicio, no hay duda, de una guerra civil silenciosa. La población civil reclama que ya son muchos los muertos y el gobierno no tiene la capacidad para defenderla.

Pero el fenómeno va más allá y no es la primera vez que ocurre. El concepto de VIDA, ya no es un valor en sí mismo, las cuerdas se revientan, se abren los grifos, los muros se derrumban…es cuando podemos decir como la canción de José Alfredo Jiménez…LA VIDA NO VALE NADA, NO VALE NADA LA VIDA.

¿Qué hacer en Costa Rica para no llegar al extremo de la violencia mexicana, si no es que ya estamos cerca de la cúspide?

Cuando abrimos los periódicos del día a día, nos damos cuenta que ya entramos en el ranking de los países violentos (ocultar es el primer mal), cerca de 6 o 7 crímenes diarios y también con mucha pena advertimos que el menú del crimen es similar al de los países más violentos (muertes por sicarios, cuerpos desmembrados, quemados, ráfagas, venganzas con familiares, etc.). Pero qué nos queda para salvarnos. Creo, es mi posición, los ticos y ticas nos seguimos aferrando a la FAMILIA, nos gusta luchar por la familia, por sacar adelante a nuestras hijas-hijos. Todavía nos queda una epidermis fuerte de nuestros valores; todavía respiramos para no caer en el derrumbe mexicano. Todavía, a pesar del impacto de la globalización culpable de destruir nuestra identidad y la diversidad cultural a cambio del consumo desmedido con ofertas que atentan a diario contra nuestro ser campechano y solidario. Me dirán eso ya no existe, pero yo digo que sí, todavía creo en ese valor costarricense.

Todavía en nuestros barrios respiramos para defendernos. Sé que nos cuesta arrancar, pero metidos en nuestro saco de valores construidos desde nuestros abuelos, las diversas propuestas religiosas, y las que cada uno y una construyan desde sus experiencias empíricas-racionales, unidos a los hábitos que del todo no han muerto, como muros y valladares, aunque se filtren gotas peligrosas, SI REFORZAMOS NUESTRA IDENTIDAD Y LA DIVERSIDAD CULTURAL, podríamos hacer que la VIDA SÍ VALGA LA PENA, VIVIRLA SIN CABEZAS DE PROFESORES A LA SALIDA DE LOS COLEGIOS Y ESCUELAS, instituciones que marcaron la diferencia en Costa Rica con otras naciones.

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