Por Yaricksa Céspedes Narváez
Un corazón no puede estar desconectado de su fuente principal de energía, porque puede creerse más importante y querer saberlo todo; puede dejar que pase la verdad a su lado e ignorarla, sobreviviendo día a día de falacia en falacia hasta agotar su combustible y, rendido ante las circunstancias, sucumbir por su locura de vivir alejado de su artista.
¿Quién podrá conocerte, corazón? ¿Será acaso el experto? Y siendo así, ¿por qué te resistes a volver a tu origen?
No todo principio es una oportunidad de llegar a la verdad, pero sí es la oportunidad de rendirse y admitir que no lo sé todo, o tal vez que nunca he sabido nada. Y ¿qué es la verdad?, ¿dónde está?, ¿quién la tiene? ¿Este desconcertado corazón? Mmmm, tal vez. ¿Quién lo sabe?
Buscar en tu origen puede ser la clave, ya que allí se encuentra el instructivo.
Solo cuando encuentres tu principio, sabrás cuál será tu fin.
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