Por Mario Valverde M.
Las tradiciones, las costumbres, los hábitos, el lenguaje del día a día, la creatividad artística, los mitos, la educación con su refuerzo de la historia, las leyendas, los valores históricos contados de forma oral o escrita y muchas más acciones cotidianas, conforman la epidermis de nuestra identidad cultural.
No los mega-bares con el escudo de armas etílicas de la Imperial Águila Negra, ni la ropa íntima del bésame de las pasarelas, ni los casinos lava dólares con sus hoteles de lujo que invaden y contaminan nuestras salvajes playas, ni los conciertos a estadio lleno de chaquiras o luismigueles que se llevan los dólares entre el delirio de las luces para adorar a sus efímeros dioses del marketing.
Si las tradiciones que salen de las entrañas de los pueblos, tradiciones que brotan en el lenguaje popular, en la vestimenta, en la música que treman marimbas, en la comidas que amasan en los hogares desde los ranchos hasta las barriadas, en sus recetas orales; en los colores que brotan de las mágicas montañas donde dialogan hormigas y saltamontes, orquídeas, ranas, serpientes y en donde la lluvia se queda dormida entre sus hojas y líquenes; en su mares de marineros artesanales tostados de sol que arrancan a sus vidas marinas su alimento y de noche las conversaciones salinas de sus antepasados unidos a la guitarra y el traguito venidero; en las artesanías que brotan de las tradiciones milenarias de los pueblos originarios, de la plantas medicinales del gran fármaco del bosque.
Esas, entre muchas cosas más, serían las verdaderas fronteras culturales que debemos fortalecer desde el Programa de Promoción Cultural UNED, para defendernos de los ataques de la salvaje globalización que todo lo reduce a una forma única del ver el mundo: el consumo masivo e idiotizante de sus productos que enajenan, llevando al desprecio y la ignorancia de nuestros verdaderos valores que nos han acompañado por siglos y en el caso de los pueblos originarios, por milenios. Bien lo dice el poeta Rainer María Rilke: “La gran cosa es que usted haya podido reemplazar una mentira por algo sincero y verdadero”.
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