Por Daniel Garro Sánchez
Recientemente se me ocurrió preguntarle a la gente: ¿cuál es la canción que salvó tu vida? No solo me interesó saber las respuestas propiamente dichas, sino también las interpretaciones de la pregunta. Por el momento, no dejaré a ningún sociólogo o psicólogo sin trabajo y las respuestas a estas interrogantes quedarán para luego. El día de hoy, nuestro tema será más bien uno de mis favoritos, aplicado a este caso: la relatividad.
Resulta que la canción que salvó mi vida podrá no ser lo que muchos esperarían dada la pregunta; la canción que salvó mi vida no es del género de la trova, no es del fallecido Facundo Cabral, no es de Serrat, no es una adaptación de un poema de Martí o Machado, no es de Ricardo Arjona, no es una canción religiosa, no es nada de Jesús Adrián Romero, no es de ningún artista nacional, ni siquiera es una pieza con letra en español; y lo más increíble, no es tampoco ninguna obra de música sinfónica, como tal vez muchos supondrían en mi caso, conociendo mi obsesiva afición a ese tipo de música. Tampoco es Bridge Over Troubled Water, ni Let it be, ni la que muchos están pensando: Everybody hurts.
La canción que salvó mi vida, es nada más y nada menos que Bat out of Hell, de 1977, escrita por Jim Steinman e interpretada por mi cantante favorito: Meat Loaf.
¿Les suena? ¿Sí? ¿No?
Bueno.
La pieza en cuestión trata sobre un chico que se estrella en su motocicleta por causa de una chica. Así de simple. Pero sobre esta premisa, el maestro Steinman creó una majestuosa rapsodia cuasi wagneriana de rock and roll que dura cerca de diez minutos (más del doble de lo que ordinariamente duran las canciones). También a diferencia de las canciones comunes, con su estándar de estrofa-coro-estrofa-coro y etc., Bat out of Hell se divide en cuatro partes muy diferentes en ritmo y melodía: una introducción puramente instrumental que casi dura los dos minutos y que por desgracia es abreviada en algunas versiones; luego una sección extensa donde el cantante, o el “yo lírico” para que suene más elegante, manifiesta su repulsión por el mundo y su amor por la chica, como la única luz de ese mundo oscuro y perdido; en la tercera parte, el ritmo cambia y galopa salvajemente, la guitarra eléctrica simula los rugidos de un motor y el yo lírico narra su precipitada carrera en motocicleta, a través de la peligrosa noche; esta sección termina con el estruendo que simula el fatal accidente. La parte final de la pieza recoge las últimas palabras, o más bien, las últimas impresiones del moribundo jinete, retomando en parte la melodía del principio de la canción para cerrar una especie de ciclo. La obra termina con un suave, distante y hermoso ulular del coro.
La maravillosa letra, aunque es quizá demasiado larga, la reproduzco a continuación, ya traducida (aclaración: la frase “como alma que lleva el diablo” es el equivalente por el que han optado la mayoría de traductores para bat out of hell, que literalmente significa “murciélago fuera del infierno” o incluso “murciélago volando desde infierno”):
Las sirenas están aullando y el infierno rugiendo,
abajo en el valle esta noche;
hay un hombre en la oscuridad con un arma en su ojo,
y una espada que brilla, ¡oh, tan reluciente!
Hay maldad en el aire, truenos en el cielo,
y un asesino en las calles bañadas de sangre;
y allá en el túnel, donde los muertos se levantan,
juro haber visto a un chico, abajo en las alcantarillas,
empezando a echar espuma por el calor.
Oh, nena, tú eres la única cosa en el mundo entero
que es pura y buena y correcta,
y donde quiera que estés o donde quiera que vayas,
siempre va haber algo de luz.
Pero tengo que salir, tengo que escapar ahora,
antes del amanecer;
así que tenemos que aprovechar al máximo la única noche juntos;
cuando se acabe, ya sabes que estaremos solos…
Como alma que lleva el diablo (like a bat out of hell) me iré cuando llegue el amanecer,
cuando la noche termine, como alma que lleva el diablo me habré ido;
como alma que lleva el diablo me iré cuando llegue el amanecer,
pero cuando el día se acabe y se oculte el sol, y la luna esté brillando,
entonces, como un pecador ante las Puertas del Cielo,
volveré arrastrándome a ti.
Voy a invadir la autopista como un ariete,
en una motocicleta fantasma negra y plateada,
cuando el metal esté caliente y el motor rugiendo,
y todos estemos a punto de ver la luz.
Nada crece en este viejo hoyo podrido, y todo está atrofiado y perdido;
y nada realmente ruge y nada realmente se mueve (nothing really rocks and nothing really rolls) y nada vale la pena.
Y sé que estaré condenado si no salgo, o quizá lo estaré si lo hago;
pero con algún último latido que me quede del corazón,
sabes que prefiero estar condenado contigo.
Y si tengo que estar condenado, sabes que prefiero estar condenado
a bailar toda la noche contigo.
Oh, nena, tú eres la única cosa en el mundo entero
que es pura y buena y correcta,
y donde quiera que estés o donde quiera que vayas,
siempre va haber algo de luz.
Pero tengo que salir, tengo que escapar ahora,
antes del amanecer;
así que tenemos que aprovechar al máximo la única noche juntos;
cuando se acabe, ya sabes que estaremos solos…
Como alma que lleva el diablo (like a bat out of hell ) me iré cuando llegue el amanecer,
cuando la noche termine, como alma que lleva el diablo me habré ido;
como alma que lleva el diablo me iré cuando llegue el amanecer,
pero cuando el día se acabe y se oculte el sol, y la luna esté brillando,
entonces, como un pecador ante las Puertas del Cielo,
volveré arrastrándome a ti.
Puedo verme a mí mismo quemando el asfalto,
más rápido de lo que cualquier otro chico haya corrido antes.
Y mi piel está arrugada, pero es que mi alma es vieja,
y nadie va a detenerme, ¡debo escapar!
Pero no puedo dejar de pensar en ti,
y nunca vi la curva repentina hasta que fue demasiado tarde…
Estoy muriéndome en el fondo de una cuneta bajo el sol ardiente,
desgarrado y retorcido junto a una motocicleta en llamas,
y creo que en algún lugar alguien está tocando una campana,
y lo último que veo es mi corazón, todavía latiendo,
saltando de mi cuerpo y volando por los aires,
como alma que lleva el diablo (like a bat out of hell ).
Ahora bien, ¿por qué salvó mi vida esta singular pieza?
Antes aclaremos dos cosas: primero, no estoy hablando de suicidio —obviando que tampoco se trata de alguna extraña situación de secuestro donde el rescate por la vida de este servidor haya sido la canción—; y segundo, algo que por algún motivo sigue siendo bastante difícil de entender: no a todos nos gusta lo mismo, no todos percibimos lo mismo, y tal como una medicina hace efecto en unos y en otros no, no todos podemos ser salvados por lo mismo, no todos hallamos las respuestas en las mismas fuentes.
Así como unos combatimos la gripe con Tabcin efervescente porque la Antifludes no nos hace efecto alguno, o así como unos recurren a la medicina alternativa porque la oficial no los ayudó nunca, de la misma forma la salvación de muchos estará en la trova, en Facundo, en Serrat, Martí, Arjona, Let it be, o hasta en Paquita la del Barrio, mientras que para muchos otros estará en la música religiosa, y para muchos más en el heavy metal.
Cierto día me preguntaron, con respecto a la música sinfónica: “¿por qué escuchas esa música que es para dormir o que parece de vía crucis? ¿Por qué no escuchas música alegre que te haga sentir feliz?” La respuesta es sencilla y, al menos para mí, bastante lógica: a mí me hace feliz escuchar la música que me agrada, no importa lo apagada o fúnebre que sea —lo cual, dicho sea de paso, ¡NO ES CIERTO!—; mientras que por otro lado, una canción de un tipo de música que no me agrade, aunque sea la más alegre, pegajosa y optimista, no me hará sentir mejor.
Lo mismo podemos decir de la literatura.
En perspectiva, me sirve más cualquier lectura violenta y siniestra de Stephen King o Edgar Allan Poe, que esos libritos de autoayuda que están tan de moda; así como supongo que los lectores de esos libritos de autoayuda ni se imaginan cómo diablos puede uno sentirse bien leyendo a Stephen King. Pero así es. He escuchado gente diciendo “¿para qué otros libros, si está la Biblia?”. Yo, para no ofender a nadie y por más que me ofenda semejante barbaridad, prefiero contestarles con la hermosa frase de una de mis tías, que expresó así su amor por la lectura: “En cada libro que he leído, Dios ha puesto una palabra para mí”. No hace falta decir que la Biblia es tan solo uno entre miles de libros que ella ha leído, entre los cuales también figuran los del señor King y el señor Poe. Así es.
Y también podemos decir lo mismo de las películas. ¿Cómo rayos podemos algunos sentirnos bien disfrutando de películas gore? No sabría explicarlo, pero así es; y no significa que seamos psicópatas. Por otro lado, no soporto la comedia romántica, y es lo último que buscaría para relajarme o distraerme.
De esta forma, con la relatividad que impera en el universo, una sola opción tenemos: la tolerancia.
Con Bat out of Hell canté, lloré y grité hasta quedar ronco, salí en la noche y conduje a toda velocidad cantando a gritos, hasta sentir que vomitaba y expulsaba toda la porquería que tenía adentro. Bat out of Hell me excitó la imaginación, me inyectó energía, me inspiró a crear y soñar, me distrajo de este mundo hostil y aburrido, y me hizo sentir como el héroe de un oscuro y hermoso mundo de fantasía, como un Caballero de la Noche motorizado, cuando yo más lo necesitaba.
Y usted, mi estimado lector, ¿cuál es la canción que salvó su vida?
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