Por Mario Valverde M.
La mente gusta de escaparse. Lo que demuestra el juego infinito de la naturaleza de fugarse de lo establecido, lo rígido, lo permanente, lo determinado.
La sociedad está de acuerdo en castigar al asesino por el daño realizado. Pero cosa curiosa, la misma sociedad, en un juego morboso, alaba al escapado de la cárcel que lo castigó, el plan minucioso, el movimiento fino de ajedrez, la metodología del mal en contra de las rígidas normas carcelarias que le arrebataron la libertad.
Cuantas más dificultades para evadir los controles, mayor el aplauso. Luego, nos ponemos al lado de la justicia para atraparlo, dado que la persona física, no ya la mente en su juego de investigador, se convierte en un peligro en las calles contra nuestras propias vidas.
Lo cierto es que el ejemplo anterior nos sirve para entender el infinito juego de la mente humana; y de seguro, de otras formas de inteligencia parecidas o superiores en el universo, para intentar descifrar el juego de las cosas que nos rodean: tanto las reales como las ideales.
Los entes compuestos de la parte externa, los accidentes, las propiedades y el otro lado del juego, la parte oscura, lo oculto (como lo llamaba Heráclito), lo interno, el mundo de la estructura atómica; ahí donde la mente penetra ESCAPÁNDOSE de la cárcel de lo cotidiano, de lo que los griegos llamaban pensamiento común, la Doxa y el salto desde el muro, la valla, la episteme, y poder encontrarse con la ley desnuda, atrapada en la lógica, las estadísticas de la matemática, y hallar, desde el método, el camino de la ley que permita su explicación, ley que sólo durará el tiempo que duren para falsearla; caso de la velocidad de la luz y el último descubrimiento de los neutrinos que se escapó de su reclusorio, para decirnos que viajan más rápido que la velocidad de la luz, persiguiendo en reclamos al físico Einstein. Pero buenas noticias, en contra de los apocalípticos. Del UNIVERSO sólo conocemos 4 % de sus constituyentes. Así es que, amados lectores, el juego de descubrir el mundo que nos rodea, apenas empieza; queda mucha acción para los que quieran FUGARSE. Todo es cuestión de aplicar la primera regla del método de Descartes: No aceptar nada como verdadero… el primer gran paso para la DUDA, para romper con la cárcel del dogma. Por supuesto que la fuga tiene su costo: Pitágoras-Heráclito-Sócrates-Jesús-Giornado Bruno-Galileo-B.Russell-Voltaire-Ché-Carmen Lyra-Víctor Jara... la lista de los escapados es enorme.
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