Daniel Garro Sánchez
El día de hoy les traigo otra recomendación literaria: se trata de la novela Magos, mayas, monjes, Copán, del hondureño Julio Escoto (San Pedro Sula, 1944).
En esta profunda y reflexiva novela breve, el Divino Ahau, Yax-Pasah, gobernante de Copán, aguarda en su dormitorio el momento de su muerte, anunciado p or los sacerdotes según la interpretación de una profecía. Convencido del próximo fin, Ahau se sumerge en largas reflexiones sobre sus recuerdos, su muerte y su papel en la vida del imperio, mientras contempla a través de la ventana el ascenso de Chak Ek’ (Venus, el dios de la guerra para los mayas), como una cuenta regresiva fatídica.
Sin embargo, descubre de pronto que la imagen que observa en la ventana es falsa, que se trata de un elaborado montaje que hace parecer que la estrella asciende más rápido de lo normal… como si alguien quisiera acelerar su muerte. Pero más allá de descubrir este extraño artificio, Ahau descubrirá una misteriosa intriga de palacio que parece aguardar el momento de su muerte para poner en marcha toda una maquinaria política y religiosa que, como irá descubriendo poco a poco Ahau, se ha estado tejiendo desde mucho tiempo atrás.
Aterrado, sin saber en quién confiar —y más aún, enfrentado a la disyuntiva de escoger entre el acatamiento a la supuesta profecía de su muerte, o seguir su instinto para investigar qué hay detrás de esta profecía—, Ahau escapa del palacio, haciéndose pasar por sirviente, y recorrerá la ciudad en busca de las respuestas. En este viaje-escape literario-filosófico, el monarca descubrirá lo poco que conoce de la vida fuera del palacio, lo poco que conoce a sus súbditos, y lo poco que se conoce a sí mismo; descubrirá lo relativa que se ha vuelto aquella ciega obediencia religiosa que caracterizaba a su pueblo, y que ni esta obediencia ni su propia autoridad como rey, son ya tan indiscutibles como lo fueron para las generaciones anteriores; en las mentes jóvenes descubrirá ese nuevo espíritu crítico que reta a las antiguas tradiciones a justificarse a sí mismas, ante un peligro de destrucción que también ha sido vaticinado repetidamente y en el que flota, como una nube amenazante, la ya próxima llegada de los invasores “rubios”. Ahau descubrirá también el verdadero amor, descubrirá a sus verdaderos aliados y descubrirá la parte más cruel y oscura que él no había imaginado (o no había querido imaginar) de su gloriosa metrópoli.
Sin embargo, no piense el lector que esto se trata de una adaptación más, o una envoltura más del viejo cliché del rey caído en desgracia y mezclado con la plebe, o que la intriga de la que hablamos es la típica intriga de corte de las novelas históricas —o de las series de televisión históricas, que han tenido tanto auge en tiempos recientes—. La aventura del Divino Ahau permanece en todo momento asida a los códigos de la civilización maya, y la forma en que se teje la trama obedece a la confrontación y crítica de esos códigos; los giros de la historia y los cambios que sufre el personaje resultan muchas veces de un proceso de descubrimiento filosófico.
Con una prosa rica, exuberante, impecable, y un ritmo narrativo lento y musical, yo diría estacionario, donde predominan la descripción y la reflexión por encima de la acción, Julio Escoto —uno de esos pocos y valiosos autores de nuestro istmo que, además de preocuparse por lo que van a narrar, se preocupan también por cómo lo van narrar— reconstruye ese mundo ya perdido de la antigua gloria maya, con un conocimiento profundo de su cosmovisión y su sociedad, y un acercamiento prodigioso al interior de los personajes.
Una historia en verdad sencilla, que podría contarse en pocas líneas, pero que Julio Escoto —sin necesidad de una obra excesivamente larga, sino más bien corta, en comparación a otras— nos la ofrece como una pequeña sinfonía; pequeña pero densa, y más que satisfactoria.
Una sinfonía maya.
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