marzo 13, 2012

188. La Costa Rica que soñó Isaac Felipe Azofeifa


Mario Valverde M.

Don Isaac, en su último libro Oficio de poesía, reflexiona, producto de sus estudios en suelo chileno, sobre una Costa Rica muy atrasada culturalmente. Como un aparte del tema por desarrollar, pienso en su enorme biblioteca, donde me invitó por muchos años a conversar -¿qué se habrá hecho?-, donde duermen poemas inéditos, esperando el beso que los despierte. Recuerdo los escritos apretados en un folder, sobre el tema de los Estudios Generales al final de los años cincuentas con verdaderos pesos pesados: Macaya-Facio-Agüero, entre otros. Y don Isaac, por supuesto, a favor de conservar los estudios que proclamaban las HUMANIDADES en la Universidad de Costa Rica, única universidad pública en esa década. Regreso al tema inicial.

Luego de su estadía en Chile, donde obtuvo una beca en el año 1929, regresa a Costa Rica en 1933, después de sus experiencias pedagógicas, filosóficas, didácticas, psicológicas, políticas y poéticas, donde experimenta conferencias con intelectuales de la talla de Edward Keysenling, con su libro Diario de viaje de un filósofo, o Ramón Gómez de la Serna, y lecturas de Henri Berr o José Ortega y Gasset, Zubiri, García Morente, Gaos y algunos más. En realidad, Chile, Santiago, era un hervidero de cultura. Por su lado, cuando pone un pie en la Costa Rica de los años treintas, es una aldea en todo sentido. Don Isaac se refugia en su trabajo profesional y se da cuenta del porqué Costa Rica se encuentra secuestrada por los liberales. Costa Rica, nos dice don Isaac “...ni tuvo humanismo, ni siglo XVII, ni siquiera el XIX para aprender a hablar, a exponer, a mantener un diálogo chispeante, agudo, en que -como sucede en el diálogo chileno- la hebra del humor borda las ideas con la gracia del ingenio.” Tal vez, por la aridez de la cultura costarricense, decide con otros intelectuales fundar primero el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, en 1940, y luego la revista Surco, que irrumpen y se dan a conocer como una nueva generación de jóvenes cansados del liberalismo cafetalero. Pero, aunque es un gran paso, todavía no es suficiente. La Universidad de Costa Rica y la fundación de otras universidades, no saca a Costa Rica de su sueño y letargo cultural. Poco antes de morir, finales de los años noventas -aunque para mi consideración se inicia un despertar de la cultura crítica, despertar del que el mismo don Isaac es protagonista (Casa de la Cultura de México-Centro Cultural Español-Casa José Figueres Ferrer-las universidades públicas-Ministerio de Cultura-apertura de museos provinciales, galerías y teatros privados, y agrego espacios de opinión en periódicos como el Semanario Universidad y diversas revistas de muchos temas-, don Isaac siente que todavía falta mucho para emular al Chile de su juventud y los países que luego conocería en calidad de embajador, Rusia y el mismo Chile, y los países que visitó en calidad personal, España, Francia y muchos más.

Termino con un poema futurista, de su incansable lucha de un socialista, educador y humanista, el más grande poeta de la segunda mitad del siglo XX:

MONÓLOGO

     Antes,
era divertido ser Dios,
César, Emperador o Rey…

     Lo bueno de ahora es ser
accionista de una o más
sociedades anónimas, sí.  
Y sentarse a ver por la T.V.
cómo las transnacionales
-por ejemplo, la I.T.T.-,
tumban revoluciones humanistas
y evitan guerra y miseria
en los países del tercer mundo.

    Como hombre de paz que soy,
nunca veo
películas de violencia.

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