febrero 22, 2012

185. El Muro


Me voy p’al barrio
80 Aniversario del barrio México
Mario Valverde M.
El Dr. Edwin Solano Alfaro, más conocido por cariño como Chele, escribió un libro que podríamos ubicar como un historial, es decir, una reseña circunstanciada de los antecedentes de un vecino, de su carrera, de sus colaboraciones, o acerca de un negocio.  Pero también tiene un poco de anecdotario y hasta de ficción, como el caso de la noche en que se quedó encerrado en el cine Líbano y de la forma ingeniosa en que fue rescatado y del pago con las cartas de amor como mensajero.
El Dr. Solano nos dice desde las primeras páginas las intenciones del libro, “…intentan sólo ser una contribución para aquellos que quieran recordar una época…estas evocaciones serán un recuerdo que vivirá por siempre en nuestros corazones”. Luego se une a su hermano Rodolfo “Burguitos” y a su amigo Fernando “Urraca” para armar, hasta donde se pueda, el mapa físico y e imaginario del barrio México, con sus calles, casas, negocios, escuelas, colegio, iglesias, plaza, juegos, etc. También es un reconocimiento a las “familias de inmigrantes de múltiples procedencias en su mayoría españoles, italianos, judíos, libaneses y centroamericanos así como descendientes de húngaros, cubanos, mexicanos y otras”…yo agregaría alemanes.

Yo dividiría el sentimiento del barrio México entre los que se quedaron y los que nos fuimos.  El Dr. Solano dice: “Muchos de los hijos de este lugar tuvimos que emigrar por múltiples causas”. Y nos fuimos con una historia inconclusa, con un espacio que se nos metió en el corazón y que tuvimos que jalar por muchos años intentando armar desde nuestros sueños y nuestros recuerdos solitarios. Y existe un tercer grupo, los que se fueron pero quedaron con familia en el barrio. Los que se quedaron siguieron con el ritmo natural del barrio. Pero para los tres el libro es muy valioso, porque es un esfuerzo de armar casa por casa, calle por calle, avenida por avenida, barriada por barriada, negocio a negocio, (¡cuánto ayudó a sobrevivir la pequeña empresa familiar!), un espacio que el tiempo se lo iba llevando. Un barrio yo diría es la suma de sub-barrios, dependiendo desde el territorio que a usted le tocó vivir; desde donde usted interactuó según su edad, sus contactos familiares, étnicos, económicos. Y eso es lo valioso del libro. De pronto te hace recordar familias, nombres, apellidos que habías olvidado, como en el caso mío las panaderas Mabel y Sandra que me enseñaron a bailar bolero. Y las cacerías (que no se repitan) de mariposas para exhibirlas en un cuaderno. Además  el libro  presenta un cuadro con fotos que me hizo recordar a una mariposa muy exótica, el Payasito, y los juegos de puro con billetes de cigarrillos y las bolinchas y los albúmenes de postales (creo que no los anotó) con el bendito luchador el Santo o el jugador Di Estèfano  que nunca aparecían; y las mejengas interminables en la plaza, que vio nacer a una cantera inagotable de buenos jugadores, quienes dieron paso al Nicolás Marín y luego al Deportivo Barrio México; y el incansable Fermín con sus equipos de fútbol y los juegos de pólvora y las “chililladas” de nuestros padres; y las maldiciones -en broma- del escultor y dibujante Juan Manuel  Sánchez, por gritarle “indio”; y es que éramos niños de juegos físicos las veinticuatro horas. Todo lo explorábamos y jugábamos entre todas las clases sociales. La primera foto del libro (el libro presenta más de 190 fotos) es evidente la situación social: el doctor Solano aparece descalzo con dos amigos calzados, detrás el “play”, mejor lugar de juegos con su hamacas que nos llevan hasta el cielo y los dos ladrillos para jugar puro, con los rollos de dinero de las cajetillas de cigarros buscadas en los caños y aceras de todas las calles, (algún día tendrán que inventar un museo de los juegos de infancia). Leyendo este libro, uno podría decir que sobrevivimos de diferentes maneras. A los que nos fuimos nos arrastró la enfermedad del barrio, los que se quedaron vieron partir a muchos, llegar a otros y a todos y todas amar desde nuestras propias experiencias nuestro querido barrio México. El Dr. Edwin Solano termina diciendo: “Espero que este escrito pueda servir de consulta para aquellos que quieran profundizar en el tema y yo aquí me despido porque Voy p’al Barrio”.
Eso es, no todo está escrito. Debe servir para que otros tomen y aumenten la información. De mi parte, creo es un buen libro de consulta para los recuerdos, un mapa de la nostalgia y del espacio que nos tocó vivir, a pesar de todo, y sobre todo, el esfuerzo  de nuestros padres, madres, familiares y vecinos por seguir adelante. Sirve de mucho este libro para celebrar el 80 aniversario del barrio México.

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