Me
voy p’al barrio
80 Aniversario del barrio México
Mario
Valverde M.
El Dr. Edwin Solano Alfaro, más conocido por
cariño como Chele, escribió un libro que podríamos ubicar como un historial, es
decir, una reseña circunstanciada de los antecedentes de un vecino, de su
carrera, de sus colaboraciones, o acerca de un negocio. Pero también tiene un poco de anecdotario y
hasta de ficción, como el caso de la noche en que se quedó encerrado en el cine
Líbano y de la forma ingeniosa en que fue rescatado y del pago con las cartas
de amor como mensajero.
El Dr. Solano nos
dice desde las primeras páginas las intenciones del libro, “…intentan sólo ser
una contribución para aquellos que quieran recordar una época…estas evocaciones
serán un recuerdo que vivirá por siempre en nuestros corazones”. Luego se une a
su hermano Rodolfo “Burguitos” y a su amigo Fernando “Urraca” para armar, hasta
donde se pueda, el mapa físico y e imaginario del barrio México, con sus
calles, casas, negocios, escuelas, colegio, iglesias, plaza, juegos, etc. También
es un reconocimiento a las “familias de inmigrantes de múltiples procedencias
en su mayoría españoles, italianos, judíos, libaneses y centroamericanos así
como descendientes de húngaros, cubanos, mexicanos y otras”…yo agregaría
alemanes.
Yo dividiría el
sentimiento del barrio México entre los que se quedaron y los que nos
fuimos. El Dr. Solano dice: “Muchos de
los hijos de este lugar tuvimos que emigrar por múltiples causas”. Y nos fuimos
con una historia inconclusa, con un espacio que se nos metió en el corazón y
que tuvimos que jalar por muchos años intentando armar desde nuestros sueños y
nuestros recuerdos solitarios. Y existe un tercer grupo, los que se fueron pero
quedaron con familia en el barrio. Los que se quedaron siguieron con el ritmo
natural del barrio. Pero para los tres el libro es muy valioso, porque es un
esfuerzo de armar casa por casa, calle por calle, avenida por avenida, barriada
por barriada, negocio a negocio, (¡cuánto ayudó a sobrevivir la pequeña empresa
familiar!), un espacio que el tiempo se lo iba llevando. Un barrio yo diría es
la suma de sub-barrios, dependiendo desde el territorio que a usted le tocó
vivir; desde donde usted interactuó según su edad, sus contactos familiares,
étnicos, económicos. Y eso es lo valioso del libro. De pronto te hace recordar
familias, nombres, apellidos que habías olvidado, como en el caso mío las
panaderas Mabel y Sandra que me enseñaron a bailar bolero. Y las cacerías (que
no se repitan) de mariposas para exhibirlas en un cuaderno. Además el libro
presenta un cuadro con fotos que me hizo recordar a una mariposa muy
exótica, el Payasito, y los juegos de puro
con billetes de cigarrillos y las bolinchas y los albúmenes de postales (creo que
no los anotó) con el bendito luchador el Santo o el jugador Di Estèfano que nunca aparecían; y las mejengas
interminables en la plaza, que vio nacer a una cantera inagotable de buenos
jugadores, quienes dieron paso al Nicolás Marín y luego al Deportivo Barrio
México; y el incansable Fermín con sus equipos de fútbol y los juegos de
pólvora y las “chililladas” de nuestros padres; y las maldiciones -en broma-
del escultor y dibujante Juan Manuel
Sánchez, por gritarle “indio”; y es que éramos niños de juegos físicos las
veinticuatro horas. Todo lo explorábamos y jugábamos entre todas las clases
sociales. La primera foto del libro (el libro presenta más de 190 fotos) es
evidente la situación social: el doctor Solano aparece descalzo con dos amigos
calzados, detrás el “play”, mejor lugar de juegos con su hamacas que nos llevan
hasta el cielo y los dos ladrillos para jugar puro, con los rollos de dinero de las cajetillas de cigarros
buscadas en los caños y aceras de todas las calles, (algún día tendrán que
inventar un museo de los juegos de infancia). Leyendo este libro, uno podría
decir que sobrevivimos de diferentes maneras. A los que nos fuimos nos arrastró
la enfermedad del barrio, los que se quedaron vieron partir a muchos, llegar a
otros y a todos y todas amar desde nuestras propias experiencias nuestro
querido barrio México. El Dr. Edwin Solano termina diciendo: “Espero que este
escrito pueda servir de consulta para aquellos que quieran profundizar en el
tema y yo aquí me despido porque Voy p’al Barrio”.
Eso es, no todo está
escrito. Debe servir para que otros tomen y aumenten la información. De mi
parte, creo es un buen libro de consulta para los recuerdos, un mapa de la nostalgia
y del espacio que nos tocó vivir, a pesar de todo, y sobre todo, el esfuerzo de nuestros padres, madres, familiares y
vecinos por seguir adelante. Sirve de mucho este libro para celebrar el 80
aniversario del barrio México.
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