Mario Valverde M.
MURITO I
Si tuviera que ponerle un buen nombre a dios lo llamaría: GRAVEDAD.
MURITO II
Estamos cerca de construir el nuevo concepto ciudadano. El hombre y la mujer planetarios. Bueno, cerca es pronto.
MURITO III
Todo empezará cuando nazca una profunda angustia de entender que existen tantas estrellas y planetas como la suma de todos los granos de la tierra multiplicados por setenta veces setenta. Y que los seres humanos somos los privilegiados (mientras no descubramos lo contrario), para entender y disfrutar esta maravilla, donde tan importante es una hoja de hierba como una galaxia, como nos decía el poeta vagabundo W. Whitman. Dialéctica de la vida y de la muerte al cumplimiento infinito de nuevas formas de vida: ¡qué mejor paraíso podéis esperar!
MURITO IV
Cuando nos descubramos pequeños y lloremos por nuestra soledad galáctica y unamos nuestro gigantismo del potencial de poder jugar a explicar todo el mundo que nos rodea desde el arte hasta las sistemáticas disciplinas de las ciencias (¿habrá otros juegos más importantes?). Será entonces el gran salto galáctico, no antes, ni después. No esperen el cambio de los políticos. Necesario es mirarnos y sentir la profunda angustia de nuestro puesto en el Cosmos.
MURITO FINAL
La buena noticia es que nada muere para siempre. Que todo se une a nuevas energías, lo mismo para estrellas que para plantas, mariposas y ballenas jorobadas, orquídeas y solitarias lunas. La otra buena noticia es que nuestro tiempo es un instante y en ese instante estamos invitados a saborear, como un buen helado, todo los que nos rodea, o eso que se llama VIDA.
La mala noticia es que todavía no nos hemos ordenado en el planeta para su disfrute. Asunto de ideologías y de poder. Digo no hemos conquistado el tiempo, nuestro tiempo, para salir a vagabundear por la Galaxias de los bosques, mares y estrellas de este regalo paraíso, para entender que somos EL UNO EN EL TODO. Por el momento, quienes mejor entienden el tema del hombre y la mujer planetarios, son astronautas que giran cada noventas minutos alrededor de la Tierra, y desde allí, nos cuentan, no se ven las fronteras. Sólo se ve un hermoso planeta bellísimo y agradecido, que a pesar de los golpes, no deja de mostrarnos su agradecimiento eterno por la multiplicidad de la VIDA.
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