octubre 04, 2012

208. En tiempos pasados: Los labriegos de San José


Licda. Rose Marie Hernández Vargas


Conocer nuestras raíces y herencia histórico cultural (tangible e intangible) que nuestros antepasados nos han legado, constituye un tema de gran relevancia, pues comprender el presente. Una frase célebre de Santayana dice: “Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo”.
 
San José es el centro político, económico y social más importante de Costa Rica. Por lo anterior, su patrimonio histórico cultural merece ser conocido y valorado.

Los orígenes más remotos fueron aborígenes. Posteriormente, el comienzo del poblamiento fue en el año 1737 con la fundación de la Villita de la Boca del Monte. (Ubicada donde hoy está la tienda Scaglietti, avenida 1, calle 2).

Esta ciudad no fue “fundada” como era costumbre de la época colonial con un acto de jurídico, como sucedió con Cartago, Heredia y Alajuela, quizás por ser un punto de intersección de calles.
Para los historiadores, la fundación de la ciudad de San José fue el 21 de mayo de 1837, por tenerse comprobado que en tal fecha se produjo la nominación de la primera autoridad.

Catedral Metropolitana. Fotografía de 1871. Fuente: Fernando Zamora. Álbum de visitas en Costa Rica. San José, Costa Rica,1909.

El 16 de octubre de 1813 se le concedió el título de ciudad. El 7 de diciembre de 1848, durante la administración de José María Castro Madriz, se emitió el Decreto No.167 de la fundación del cantón.

En el año 1776, se trasladó la ermita y la población de la Villita de la Boca del Monte al sitio donde más tarde se construiría la Catedral Metropolitana (c. 2 ave.0-1).

Ricardo Fernández Guardia describió así la ciudad de San José:

“San José es una aldea de cerca de 20.000 habitantes. Tiene una catedral sencilla y sin ningún estilo, dos iglesias más, el Carmen y la Merced, una Universidad, un Palacio Municipal, un Cuartel, un Teatro, donde afortunadamente tan solo se presenta rara vez una comedia, y un cielo que durante cinco meses del año y también los otros siete, con excepción de unas pocas horas de lluvia, ostenta una alegre cara soleada”. (Ricardo Fernández Guardia. Costa Rica en el siglo XIX. Antología de los Viajeros, 1972, p. 163).

La figura del labriego o campesino de San José (oeste) fue el que dio la base fundamental de lo que sería posteriormente la democracia rural.

Con un campesinado o un sector agrícola constituido desde las épocas de las haciendas de trigo, luego cacao, tabaco y posteriormente café para formarse con el pasar los años como pequeño terrateniente, productores directos, ganaderos, muleros, carreteros y comerciantes. Con una idiosincrasia muy clara acostumbrada a los cambios, la experiencia, los peligros, etc.

Carlos Molina Montes de Oca apunta:

“La historia del campesinado es la historia de los arrieros, y la historia de estos es la misma de la sociedad labriega…La arriería permitió un rápido ascenso social y económico de los labriegos de San José oeste de cuyas filas surgieron los arrieros, señores del transporte por tierra a lomo de mula, y los estratos de productores, y del comercio enterante, a base del intercambio de productos e insumos agropecuarios, practicado por los arrieros.” Carlos Molina Montes de Oca. Y las mulas no durmieron…Los arrieros en Costa Rica. Siglos XVI al XIX, p. 19).

Por aquellos años, se dinamizó la producción de tabaco en el valle central. En el año 1784, se construyó la Factoría de Tabacos, de adobe con techo de teja (en el lugar donde hoy día se encuentra el Banco Central)

Carlos Molina Montes de Oca nos dice:

“El monopolio interno otorgado en exclusiva a la Villa Nueva (primer nombre de San José) benefició a los cosecheros locales, muchos de los cuales eran cosecheros y arrieros a la vez… Zavala y Montealegre pusieron su grano de arena para que la “Villita” saliera adelante y se convirtiera virtualmente en una capital de labriegos, años antes de la declaración de la independencia.” (Molina Montes de Oca. Óp. cit., p. 499).

La producción de tabaco luego permitió que las familias tuvieran este oficio como tradición en San José. Lo anterior les dio ventajas como para pedir tierras comunales para la siembra del tabaco y mano de mano de obra suficiente para la recolección y posterior transporte.

Al final del ciclo del tabaco, el labriego fue el que se acopló al naciente período del café.

Carlos Molina Montes de Oca afirma:

“No cabe duda de que el labriego del sector oeste del Valle central fue el que asumió el reto del café, igual que lo había hecho dos siglos anteriores con el trigo, en el siglo XVII, y en siglo XVIII, dentro de la coyuntura de la sociedad josefina”. (Molina Montes de Oca. Óp. cit., pág. 504)

Los arrieros de tradición se habían convertido en vecinos principales de la incipiente ciudad de San José, estableciendo diversos servicios de arriería. Se recuerdan algunos nombres como Juan de Dios Brenes, Eugenio Calvo, Fermín León, Dionisio Mora y José Antonio Gonzales.

Molina Montes de Oca dice:

“Sería importante, realizar un estudio genealógico de las familias de aquel San José que despertó todavía en los albores del siglo XX con vacas y caballos en sitos de ordeño y caballerizas, junto a sus elegantes viviendas, saber si su tradición labriega los hizo pasar de una vida rural campechana a otra medianamente urbana reservada, en la que es difícil auscultar su pasado.” (Molina Montes de Oca. Óp. cit., pág. 511).

Ya en el siglo XIX, algunos de los arrieros habían cambiado las mulas por bueyes, se habían convertido en boyeros. Y fueron las primeras carretas que transitaron las rutas del café.

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