Amilcar
Castañeda C.
Programa
de Gestión Local
Era sábado 6 de octubre. El alba ya
iluminaba un nuevo día, pero este día se veía nublado y quizás triste en el
Valle de Limoncito donde habitan los indígenas ngäbes de la Casona de Coto
Brus. El sol se negaba a desparramar sus rayos. Los ocultó cual ocaso
consciente o cómplice, pues bajo el techo de lata y piso de tierra una persona
no miraba sus rayos por casi cincuenta años. Y este día no sería la excepción.
Pero dijo el sol, este día nadie lo verá.
Desde días antes y la
víspera, al igual que los valerosos bribris de Cebror de Salitre atrincherados
en sus tierras, niños, mujeres y mayores pasaron en vela, vigilantes, bebiendo
cacao amargo para resistir las asechanzas
de los predadores de la tierra.
Aquel sábado muy
temprano se tornó en un día de lluvia de lágrimas y sollozos de un pueblo ante
la partida de uno de los más insignes indígenas contemporáneos, don Pedro Bejarano, el Cacique General del
Pueblo Ngäbe Buglé, el sabio guía que había pasado los 100 años sin
separarse nunca de su gente.
Fue un fin de semana
muy largo que se prolongó todo el lunes. Precedió su sepelio, una última visita
por camino de indios a las comunidades del territorio para dejar descansar su
cuerpo en una colina de la tierra que amó. Ese lunes todo cerró o se negó
abrir, escuelas, EBAIS, negocios.
Don Pedro, fundador
de la comunidad y el territorio ngäbe de Coto Brus a mediados del siglo pasado,
aunque nacido en Chorcha en la Comarca Ngäbe Buglé – República de Panamá, en un
territorio que proyectó y vivió sin fronteras.
Fue mucho más costarricense que políticos y burócratas que por décadas
negaron la nacionalidad al pueblo Ngäbe – Buglé, entre otros derechos.
Inclaudicable
luchador por los derechos de los indígenas costarricenses, acompañó las
principales gestas de lucha en los últimos cincuenta años. Su palabra sabia y
espiritual fue fuente de inspiración y fortaleza en diversos momentos críticos del
largo caminar de los indígenas. Se forjó
como visionario enraizado en las profundidades de la cosmovisión y la historia
de su pueblo. Una persona que aprendió a desarrollar el sentido de la vista no
con el ojo, sino con la mente y el corazón.
Así lo conocí al
Cacique Pedro Bejarano una noche de agosto en 1985, en la Casona, luego de
caminar horas y kilómetros entre los barreales de la otra Costa Rica. Su
autoridad fue reconocida y respetada en todos los territorios, no solo
Ngäbes.
Luchó incansablemente
contra la oprobiosa “ley de Cedulación Guaimí” (1986) que los declaraba
extranjeros. Años después, el 19 de abril de 1991 en el Parque de la Paz, fue
testigo de honor de la firma de la “Ley de Registro y Cedulación indígena” durante el gobierno del Sr. Rafael
Angel Calderón Fournier; esta norma les reconoce la nacionalidad costarricense.
En el territorio Ngäbe
de Coto Brus, en la última década tiene lugar una serie de iniciativas de
etnodesarrollo con una nueva visión de la acción pública en el campo de la salud
intercultural, la educación intercultural, y otros. Destacan también las
iniciativas apoyadas por la Comisión de Regionalización Interuniversitaria Sur
de CONARE. Nada de ello pudo iniciarse sin el apoyo decisivo del Cacique Pedro
Bejarano.
A don Pedro le
preocupaba el rol de la educación y de las universidades, así tuvo una
destacada participación en el Encuentro de Universidades Públicas y Pueblos
Indígenas realizado en Ochomogo, el 3 de diciembre de 2010. Su mensaje a las
universidades debe ser retomado en la gestión de iniciativas relacionas con
pueblos Indígenas.
En marzo de 2011,
durante la visita del Relator de la ONU, James Anaya, al territorio de Térraba,
la misión de este no inició hasta que don
Pedro diera la bendición espiritual invocando a Sibö, a Ngöbo, para que realice
un buen trabajo y traiga la tranquilidad a los pueblos indígenas del Pacífico
Sur que se sienten amenazados por el Proyecto Hidroeléctrico El Diquís.
En el marco del
desarrollo del Técnico en Gestión Local para pueblos originarios, en junio de
2011 tuvimos el privilegio de ser recibidos todo el pleno de estudiantes y
profesores en su casa de habitación de Villa Palacios, donde no solo recibimos
sus sabias palabras, sino que nos agasajó con una inolvidable fiesta donde el
mismo don Pedro interpretó con su flauta y tambor los cantos sagrados del
pueblo Ngäbe.
Don Pedro, eres
grande, ya estás entre los ancestros, seguirás iluminando y acompañando las
luchas de tu pueblo en la construcción de un buen vivir, en una Costa Rica y una
patria grande donde todos quepamos sin discriminación, sin inequidad, sin
exclusión.
Don Pedro oficiando
la ceremonia espiritual durante la visita del Relator ONU James Anaya a Térraba
(marzo del 2010).
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