Daniel Garro Sánchez
Si existe un dios, lo imagino como
una de esas superestrellas de la farándula que rara vez se dejan ver en
público, que no se dejan fotografiar, que nunca ofrecen entrevistas, que
nunca salen a confirmar o desmentir lo que se habla de ellas, sin
importar lo descabelladas que tales habladurías puedan llegar a ser, y
que atraen más con el brillo de su ausencia que con su presencia;
superestrellas cuya fama se sustenta más en lo delicioso y lo retador de
sus secretos que en sus auténticos méritos, en la sombra de su posible
omnipresencia que en su verdadera presencia, y en lo excitante de su
persecución que en sus planificadas apariciones públicas.
Lo
imagino sentado mirando el televisor o la pantalla de su computadora,
mirando todo lo que de él se dice o se especula en los medios; lo pienso
quizá riendo, quizá furioso, quizá tapándose la cara con las manos,
quizá arrancándose los cabellos, o quizá apagando el televisor o la
pantalla y mandando todo al carajo.
En cierto modo, esta
superestrella tiene algo de socialité, algo como de Kim Kardashian, de
cuya fama realmente no hay explicación, ya que no canta, ni actúa, ni
escribe, ni compone, ni ha protagonizado algún musical de Andrew Lloyd
Weber, ni ejerce ocupación alguna conocida que la explique. La
diferencia es que al menos Kim Kardashian aparece públicamente de forma
constante, al grado en que es mayor el lapso en que está expuesta que el
que no.
Tenemos entonces una misteriosa superestrella de la
farándula que ni aparece en público (ni siquiera en el jet set) ni
sabemos a ciencia cierta por qué es una superestrella. Existen rumores
según los cuales pudo haber creado el universo y protagonizado un
musical de Andrew Lloyd Weber, entre otras cosas; pero eso nos llevaría
nuevamente a nuestro punto de partida: su total indiferencia ante
rumores que ni confirma ni descarta.
Sea como sea, jamás habría
conocido yo superestrella alguna con semejante cantidad de voceros de
prensa y con tan mala comunicación entre ellos, dando lugar incluso a
que digan cosas opuestas unos con respecto a otros; ni habría visto yo
jamás una rivalidad semejante entre los clubes de fans de una
superestrella; una rivalidad más digna de los hinchas del fútbol, que al
menos le profesan su admiración a equipos diferentes, y no de gentes
que dicen profesar su admiración por un mismo ídolo. Tampoco habría
visto yo nunca que los fans de una superestrella tuvieran un problema
tan grande con aquellos que no lo son. Con una fanaticada tan temible,
no me sorprendería que esta superestrella se esté ocultando de sus
propios fans, y no solo de la prensa, como las bandas de rock que evitan
los lugares conflictivos donde las pandillas ocasionan problemas en los
conciertos.
De mi parte, seguiré haciendo caso omiso a los
rumores y los chismes de la farándula y seguiré esperando a que esta
enigmática celebridad nos brinde personalmente algunas declaraciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario