agosto 30, 2011

168. MATINA ¡ASÍ EMPEZAMOS!

  • Las plantaciones de cacao en el valle de Matina en el siglo XVII, constituyen un aspecto importante en la historia de nuestro país.

Por Rose Marie Hernández Vargas

Las plantaciones de cacao en el valle de Matina

clip_image002Las semillas de cacao además de ser un producto de exportación, se utilizaron como moneda en la Gran Nicoya y para pagar esclavos, oro, mantas, aves y tejidos. Asimismo, el cacao se usó para la elaboración del “tibio” (chocolate).

En la colonia, los únicos sitios habitados en la costa del Caribe fueron Suerre, Matina y Moín. Las plantaciones de cacao en el valle de Matina estaban destinadas al mercado externo. Era una actividad económica controlada por un grupo dominante (españoles y criollos) en Cartago. Los dueños de estas plantaciones solo se movilizaban a la zona para recoger el preciado producto.

El grupo dominante invirtió grandes sumas de dinero en la adquisición de mano de obra negra, para cubrir esa necesidad en las plantaciones de cacao en Matina.

Los esclavos negros

clip_image002[5]Estos esclavos negros, durante el siglo XVIII, constituyeron la fuerza de trabajo típica de las plantaciones de cacaoteras y solo unos cuantos mestizos provenían del valle Central.

Se conoce poco sobre las condiciones de trabajo de los esclavos negros que trabajaban en Matina, solo que el negro tenía gran fortaleza física para soportar el riguroso clima tropical y las enfermedades propias de la región.

En el año 1872, llegó un buque al puerto de Limón procedente de Jamaica con un grupo de jamaicanos(a saber, ciento veintitrés hombres y tres mujeres), quienes venían a trabajar en la construcción del ferrocarril al atlántico. El ferrocarril fue construido fundamentalmente con mano de obra negra traída de Jamaica y un proceso migratorio similar continuó durante esa década.

Muchos de ellos llegaron con sus familias y otros se emparentaron con indígenas, comenzando un mestizaje que se mantiene hasta hoy como característica de la población. Asimismo, trajeron una cultura que conserva la herencia cultural antillana y el espíritu del África, tierra de sus ancestros, manteniendo sus propios rasgos artísticos, su gastronomía, su música y su particular arquitectura.

Los nuevos pobladores provocaron una transformación que se hizo sentir en todas las manifestaciones culturales como las tradiciones culinarias (exótica y condimentada, platillos como el rice and beans, el patie (empanada de carne con chile picante), el pan bon, el dokonú o blue dress y el socosí. De igual manera, cambios de paradigmas filosóficos y religiosos, como la religión protestante.

clip_image002[7]En la música, el ritmo del Caribe lo marca el calipso, un género musical que, junto con el reggae, siempre están presentes en la vida cotidiana de esta región. El calipso nació en Trinidad y Tobago entre los esclavos como forma de comunicación entre ellos.

En la arquitectura se nota la influencia afro británica, proveniente de las Antillas, y el estilo isabelino.

La huella y la presencia real de los rasgos culturales del afro caribeño o afro costarricense, son hoy predominantes en la mayor parte de la provincia de Limón.

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