Por Daniel Garro Sánchez
Comentario para la presentación del libro Aquelarre (Editorial Clubdelibros), realizada el jueves 28 de abril de 2011 en la Biblioteca Mark Twain del Centro Cultural Costarricense Norteamericano.
Sin ánimo de ponerme muy académico, voy a enfocarme en la importancia de este libro maravilloso, Aquelarre, en cuanto a consideraciones de géneros literarios. Al igual que el libro Poe Siglo XXI, la opera prima de Editorial Clubdelibros, este segundo hijo reúne estilos narrativos muy diferentes, unidos por un factor común: el grupo de géneros que abarcan; fantasía, ciencia ficción, terror, misterio.
Como lector, y también como autor interesado en estos temas y en que la literatura nacional se pueble de ellos, aprecio el hecho de que este libro se sume a muchos otros de muy reciente publicación en el campo de estos géneros, tales como el ya mencionado Poe Siglo XXI, la excelente antología Posibles Futuros (Euned, 2009), Mirando al Este, de Antonio Chamu (Uruk Editores, 2007); Diez días de un fin de siglo, de Emilia Macaya (Euned, 2007); la novela de ciencia ficción Telémaco (ECR, 2007), la novela de suspenso Diagonal (2010) y la colección de cuentos Las Salvajes (ECR, 2005), de Jessica Clark (quien participa en Aquelarre); las ya numerosas publicaciones de pioneros como Iván Molina y Laura Quijano; y las de este servidor, solo por mencionar algunos casos.
También quiero destacar la labor de Editorial Clubdelibros, que ha optado por estimular la producción de estos géneros para sus primeras publicaciones. La idea del libro Poe Siglo XXI fue una ocurrencia del maestro de las ideas locas, Antonio Chamu, idea que a la larga tomó forma y fue acogida por Evelyn Ugalde para ser el primer proyecto de Clubdelibros como sello editorial; y ya desde ese entonces, mientras hacíamos diversos y malévolos planes para el futuro, con un plato de mariscos o una cerveza en algún restaurante de San Pedro, ella comentaba su deseo de producir un libro como Aquelarre.
En primera instancia, tenemos en Aquelarre dos relatos claramente de ciencia ficción, aunque de estilos muy diferentes: El último viaje, de Ericka Lippi Rojas, y Creadores de mundos, de Mariana Castillo.
El primero de ellos, El última viaje, nos habla de una mujer de ochenta años de edad, que se siente cerca del final de su vida, que ya ni puede mover su sillón para sacarlo al balcón y leer, que ve la lluvia y se pregunta si alguna vez volverá a hacer buen tiempo —es decir, duda de su propio futuro, pero también del futuro del mundo que la rodea—, se siente cansada, y aunque hace lo posible para permanecer viva, llega un momento en que casi desea que su vida termine. Y cuando las autoridades irrumpen en su casa, derribando la puerta para arrestarla por ser una activista política, tratándola groseramente, sin ninguna consideración, ella incluso se pregunta, al decir de Simone de Beauvoir, si tendrá todavía su lugar en la Tierra.
Pero entonces conoce a este personaje singular de la vida real, Guy Laliberté, fundador del Circo del Sol… y usuario de las pastillas para alargar la vida. El cuento está ubicado en un futuro cercano, en un momento en que Guy Laliberté ha extendido su vida a mucho más allá de los cien años. La protagonista ve abrirse esta posibilidad, esta oportunidad, de continuar con su vida.
Creadores de mundos, de Mariana Castillo, no solo es el relato más extenso del libro, sino que también es el que se adentra más en la ciencia ficción espacial, en una vertiente cósmica exacerbada, similar a ciertos relatos de Isaac Asimov de futuros sumamente lejanos en el tiempo y el espacio, y con temas de rango universal, como Los ojos hacen algo más que ver o La última pregunta, que tratan de la evolución del universo y de las especies que lo habitan.
Este relato de Mariana nos narra el conflicto de una raza de seres cuya existencia y poder son inconmensurables, capaces de crear planetas, con todas sus formas de vida incluidas, verlos evolucionar a lo largo de miles de millones de años y, de ser necesario, aniquilarlos. El conflicto se desata cuando uno de estos creadores de mundos se “encariña” más allá de lo permitido con su creación.
Pasamos de la ciencia ficción a lo que Todorov llamó lo “fantástico maravilloso”, con el cuento El despertar de las leyendas, de Evelyn Ugalde, la mamá del niño.
Esta es una narración fantástica con un sabor muy criollo, muy costarricense, y con una estructura muy interesante, ya que maneja un estilo coral, polifónico; con esto quiero decir que el cuento relata varias historias sueltas, pero a la vez enlazadas; y con multitud de personajes, entre los cuales no puede distinguirse un protagonista. Una niña secuestrada por un duende, una anciana mezquina que entierra un gran tesoro, una mujer que asesina a su esposo (un hombre agresor), un fantasma que vela el tesoro enterrado, un grupo de niñas que entierran su propio tesoro y se llevan un susto, etc.
El lazo que une las historias es el misterio del supuesto tesoro enterrado; pero más allá de eso, el verdadero protagonista de la obra es su carácter legendario.
Pasando de lo “fantástico maravilloso” a lo “extraño fantástico” (siempre con la terminología de Todorov) tenemos el aporte de Marcela Mora, que no nos ofrece un relato, sino cuatro, muy breves, pero muy deliciosos, con un suave misterio bien calculado con pocas palabras, con mucha economía y mucha elegancia. Aquí lo sobrenatural está velado la mayor parte del tiempo y solo se revela o al menos se sugiere al final, siguiendo la línea de algunos relatos de Bécquer. Son historias tan breves, pero a la vez tan truculentas, que se me ha hecho difícil comentarlas sin echar a perder sus finales.
María de las ánimas cuenta la inquietante experiencia de dos niñas de una comunidad pobre, que deben caminar kilómetros y cruzar un río para poder ir a la escuela; algo que aquí en Costa Rica se ha vuelto frecuente. En La cafetera de pito, tenemos a una mujer que enfrenta un problema enorme con la vieja cafetera de su marido; pero después ya no solo con la mentada cafetera, sino con algo más...
En Tejidos (el relato más breve de todos, de menos de página y media), una mujer teje abrigos exquisitos con misteriosos efectos en sus dueños. Y en el último relato de este cuarteto, llamado Ocupar su lugar, tenemos a otra mujer cuyo amante (un hombre casado, con un secreto aterrador) requiere insólitas atenciones (por llamarlas de alguna forma) de parte de aquella mujer que quiera sustituir a su esposa.
Finalmente, pasamos a una línea narrativa más cercana al espiritismo, con dos relatos: Videntes de penumbras, de María Luz Ruiz, y Paranormal.org, de Jessica Clark. Aquí, lo sobrenatural está presente en la mayor parte de cada relato, pero siempre con un registro moderado y cuidadoso, lo cual no significa que no sea muy interesante; y en ambos cuentos está implícito un tema existencial de no querer aceptar la normalidad de lo cotidiano, de no aceptar la forma de vida común que se lleva y buscar otra más allá... literalmente. Pero esta necesidad, esta búsqueda, puede conducir a rumbos muy peligrosos.
En la obra de María Luz Ruiz, Videntes de penumbras, tenemos a una joven llena de inquietudes existenciales, con visiones extrañas, que la hacen llegar a un momento en que no sabe si su locura es realmente locura, o si algo más está sucediendo... Pero a la larga, el verdadero misterio del relato no va a ser ese, sino cuál es la verdadera naturaleza del hombre que entra en su vida, si es un ente bondadoso, o maligno.
Y en Paranormal.org, de Jessica Clark, un hombre normal, perfectamente normal, tan aburridamente normal que hasta él mismo se aburre, busca la magia (en palabras del cuento: “un poquito de magia en su vida”) a través de un sitio web que registra los eventos paranormales; pero finalmente encuentra más magia de la que tenía planeado, y tal vez más de la que podrá manejar. Es un cuento de excelente factura, de una escritora de la que siempre tengo altas expectativas.
En síntesis, tenemos un hermoso e importante libro entre manos, bellamente acompañado por las ilustraciones de Yoji Mora, tan vivas, tan expresivas que parece que estuvieran en movimiento. Es un valioso aporte a la literatura de género, en cualquiera de los sentidos que queramos entender la palabra “género”; ya sea que se trate de mujeres, ya sea que se trate de fantasía; al fin y al cabo, se trata de lo mismo: de la magia.
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